martes, 12 de agosto de 2008

LOS CUCHILLOS LARGOS DE VIDELA

PRÓLOGO.


Este libro comenzó como una voz surgida por tres partes unidas por una sola palabra: El imbunche. Como sabrán el imbunche es un ser mitológico chilote. Mi intención no es describir a este ser, sino tan solo nombrarlo como sinónimo de lo que buscaba rescatar de estos relatos (lo grotesco de la vida, las debilidades humanas, el otro lado o lado B), que tenían como nombre original precisamente: “El Imbunche”.
“El imbunche” era un libro dividido en tres partes: la primera constituía “La voz del imbunche” en la cual quería reflejar a través de esbozos, la forma en que el imbunche habla. Son una serie de microcuentos, de pequeños relatos en los cuales hago hincapié al progresivo malestar de la existencia. La segunda parte de este libro se llamaba “El imbunche en su máxima expresión” y hacía referencia a diez cuentos que serían como el plato fuerte del libro. Finalmente había una tercera parte que se llamaba “Nuevas voces del imbunche” y eran tres ensayos críticos sobre temas tan diversos y estrafalarios. Como se darán cuenta cada parte del libro era independiente de la otra hasta que llegó un punto en que se me hizo totalmente insostenible mantener empaquetado en un solo libro estos tres sub-libros que buscaban independencia.
De forma paralela, había una idea que no se había borrado de mi conciencia surgida el día que tuve el placer de conocer al poeta Gonzalo Rojas. Me acuerdo perfectamente de sus palabras y de lo que se trató en esa especie de conferencia sobre la ciudad de Lota que se efectuó en la Pinacoteca de mi ex universidad: En la Universidad de Concepción. Conferencia que además contó con la presencia de otro escritor chileno: Patricio Manns.
Cuando terminó esa conferencia con mis dos compañeros de universidad con los cuales había ido a presenciarla teníamos el mismo tema en común: Cómo podemos ayudar o contribuir al resurgimiento de esta noble ciudad (Lota) si ninguno de los tres había nacido o era parte de ella.
Sólo uno de ellos vivía impregnado de esos sentimientos pues vivía en Coronel, pero su estadía era momentánea ya que no era nativo, por decirlo así, de estas tierras.
Gonzalo Rojas pidió a los artistas, ya sean escritores, cantautores, compositores, pintores, escultores, bailarines, actores, fotógrafos y la gran gama de hombres entregados al arte que fueran ellos quienes hicieran resurgir a Lota desde el fondo del abismo en donde se encontraba.
Había un episodio de la historia de Chile que no sabía. Es curioso que en todos mis años de estudio jamás me haya enterado de este suceso. Se trata del gobierno del presidente Gabriel González Videla y de su famosa Ley maldita.
Esta situación provocó una extrema curiosidad en mí que me llevó a plasmarla en una novela la cual se llamaría “Los cuchillos largos de Videla” y que hacía alusión al gobierno de Videla y de un obrero, tomando un hecho curioso ocurrido en la historia universal y que se llama la noche de los cuchillos largos, en la cual Hitler comienza a tomar el poder de Alemania. Es por lo tanto una sátira y una mezcla de estos dos sucesos los que originaron este nombre: “Los cuchillos largos de Videla”.
Volviendo a los intentos de independencia que querían cada una de las partes del libro “El Imbunche”, es que decido exterminar para siempre ese libro. Finalmente las tres partes tenían autonomía. El Imbunche estaría implícitamente en ellos. Los diez cuentos que eran ahora independientes se sumaron a otros tres que andaban vagando por mis proyectos sin tener todavía un lugar estable.
Hubo algo que me hizo desistir de la idea de que “Los cuchillos largos de Videla” fuera una novela. No sé por qué motivo me fue pareciendo cada vez más arcaica esta idea de una novela histórica. Pero la idea y el sentimiento de aportar de alguna manera con la querida comuna de Lota y toda la zona minera, a quien veo reflejada con la gente que conozco (amigos, compañeros, conocidos) seguía muy latente.
No sé cómo, ni cuándo esta idea se transformó en un cuento. Ahora tenía catorce cuentos que deambulaban sin un rumbo fijo. Trece de ellos tenían implícitamente las características del imbunche. Y este último (Los cuchillos largos de Videla) ha sido el que más ha reflejado el imbunche que quiero dar a conocer. Sin darme cuenta, el cuento los cuchillos largos de Videla había sido mi máxima expresión sobre el imbuchismo.
Es por eso que he decidido que estos catorce cuentos den vida a un proyecto que ha nacido como consecuencia de las palabras de Rojas y de ese sentimiento que brotó en nosotros tres de ser parte del proceso de resurgimiento de esta noble ciudad y de toda la zona minera.
“Los cuchillos largos de Videla” pasa de ser una novela histórica a una serie de cuentos y relatos psicológicos e históricos tomando siempre como eje central el imbuchismo.
Este libro no es de carácter solamentre dedicatorio de esta ciudad y sus alrededores, sino que es universal, porque todo lo que sucede en estos relatos son temas universales. No he querido encasillarme en el nacionalismo. Sólo el cuento los cuchillos largos de Videla tiene una connotación nacionalística. Mi literatura no es nacional, ni regionalística, creo y estoy seguro en la concepción de que el escritor debe ser un escritor universal. Que cuando describe un paisaje, o una persona, no lo hace basándose en un lugar específico sino en que ese paisaje, ese hombre y esos episodios pueden estar en cualquier rincón del mundo. Como escritor no me he propuesto ningún límite geográfico, ideológico o de cualquier especie. Escribo, narro, creo, destruyo, resucito, convierto y sobre todo vivo en un mundo sin dogmas ni barreras para mi conciencia y mi intranquilo espíritu.
Finalmente, quiero dedicar este libro a todas aquellas personas que de manera indirecta me han ayudado a comprender la dimensión del arte y su repercusión en mi vida y en la de mis futuros lectores.
Gracias Laurita por todo lo que me entregaste.
Gracias a los escritores Gonzalo Rojas y Patricio Manns por sus historias.
Gracias profesora Edith Cerda por el empujón que me ha dado para convertirme ahora en un ente literario.
Gracias a José Miguel Ríos y Fernando Cid por haber estado ese día en la conferencia sobre Lota y por haber compartido los mismos sentimientos de querer hacer algo por esta zona tan querida. Esta es mi forma de ayudar al resurgimiento de esta zona minera. Yo sé que ustedes también encontrarán la suya.
Con respecto a las otras dos partes del ya extinto libro “El Imbunche”, la primera parte que consistía en una serie de microcuentos dará vida a un futuro proyecto que por el momento se llama “Microvida” y en el cual me quiero inmiscuir en esta novedosa y tan poco divulgada forma de hacer literatura como son los microcuentos, y los pequeños relatos.
De la tercera parte de “El Imbunche”, por el momento no hay nada concreto. Los tres ensayos deben andar nadando en el mar de mi conciencia literaria buscando alguna luz que seguramente será un libro absolutamente de ensayos.
La gran moraleja que me ha dejado mi libro ya extinto “El Imbunche”, es que es una técnica muy poco favorable y hasta injusta mezclar tres tipos, géneros o subgéneros narrativos en un sólo libro, porque existe la gran posibilidad de que ellos pidan independencia. Al final de cuentas, los libros tienen vida propia.

Valdivia, 25 de Enero del 2007.

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