martes, 12 de agosto de 2008

CUENTOS: EL ALA ROTA.

El camino.



















“tengo que encontrar una verdad que sea verdadera para mí...
la idea por la que pueda vivir o morir”.
Sören Kierkegaard.

Para jiménez.











He tomado un camino y no puedo retroceder.

Los manantiales de alegría, de recuerdos agradables a la memoria y llenos de esa mágica acción que era el no hacer nada ya no existen.
No hay vuelta atrás, esta vez, no me detendré hasta llegar a la meta.
De forma tenue, llega como un invitado inesperado y me sumerge en un mundo desconocido; a grandes rasgos observo que no es más que la ruta que estoy trazando. Una revelación inunda mi inconsciente como si fuera atacado por un panal de abejas, cada lanceta y cada mordida me anuncian que esta vez el viaje no tiene retorno.
Observo el paisaje que se me presenta, un sinnúmero de bestias desconocidas aparecen ante mis sentidos. Me siento como Crusoe descubriendo un mundo nuevo, otra dimensión...
Bestias chicas y grandes merodean en los alrededores del camino formando murallas que impiden cualquier intento de fuga de este lugar que cada vez me parece más inhóspito y lóbrego.
Cada paso que doy es un acercamiento a un resultado que cada vez menos quiero conocer y el conocimiento que significa nuevamente echar mi cuerpo en reversa, no da pie a divagaciones.
Una voz desconocida se escucha mas allá de lo que ofrece mi vista. Es un sonido suave y dulce como el despertador de un temporero, cada una de esas ondas se expanden por mi cuerpo. Mi mente cree que es una sinfonía de Chopin, sin embargo mi corazón, intratable como un arenal, interpreta ese sonido como el gemido de un moribundo, como el grito de un desesperado, como mi voz.
Pero no me preocupo, hace tiempo que perdí la sensación de escuchar mi voz. Fue cuando abandoné otro camino, un viaje que me estaba llevando a comportarme como los demás.
Recuerdo ese viaje, lo emprendí con la mujer que amo. Los dos éramos uno solo, pero en realidad siempre fuimos dos. Jamás me perdonó el abandonarla en esa ruta que no era la mía, no podía vivir donde existe miedo, donde la voz no existe más que para confirmar lo que dice el monstruo.
Recuerdo que me exiliaron en el mundo del silencio.
Lo que era un castigo para ellos para mí fue un obsequio. Era mejor vivir en el silencio que rodeado de un cinismo que se impregnaba cuan horripilante insecto hasta en la suela del zapato.
- ¿Porqué no descansamos? – me olvidaba que en cada viaje nunca voy solo. Amo el silencio pero le tomo a la soledad. Al lado mío estaba un hombre, tan perdido en su camino como yo. Ambos necesitábamos compañía. Por eso estamos juntos. Esta vez no abandonaré a mi compañero.
- No lo sé – le dije. – no me sentía cansado.
- Por mi parte debo confesar que estoy muerto.
Al escuchar su voz sentí ganas de mandarlo todo por un tubo, de abandonarlo a su suerte, de dejar este recorrido. ¿Porqué me habla?, ¿No se conforma con que sea mi acompañante?, lo miro con la arrogancia adquirida en mi otro camino, un mal habito que adoro, ¡pero si no es más que un simple campesino!
- Hemos caminado harto, y no hemos tomado ni un descansito siquiera – le dijo. – mire yo conozco este lugar y todavía falta harto para llegar a donde quiere ir. Muy pronto va a anochecer y en esta época la señorita lluvia cae como si hubiera sido engañada...
Ya no lo escuchaba, odiaba a ese hombre porque su voz me era enfermiza. Sin embargo, prometí llegar esta vez a la meta y no abandonar a mi compañero.
Sólo existía una forma de conseguir su propósito. Desde este momento su compañero no era más que una de las bestias que rodean el trazado. ¡Ya no me molestarás!.
A pesar de esa determinación necesitaba conversar con alguien. Fue entonces cuando apareció como un rayo en una tormenta, su nuevo compañero.
La gran diferencia que existía con el antiguo camarada o con cualquier otro es que este solo contestaba lo que él quería escuchar, sólo veía lo que él quería que viera, es decir, sin saber como, se había convertido en Dios y había creado su hijo, hecho a su imagen y semejanza.
Por primera vez en la vida su rostro irradiaba felicidad.
Su hijo al ver a su padre feliz comprendió que era por su existencia. Lo que más deseaba en la vida era que su padre siempre estuviera contento, y para eso se prometió hacer su voluntad.
Hace tiempo había experimentado un sentimiento parecido cuando había caído rendido en eso que la gente común llama redes del amor.
Pero ese sentimiento había sido efímero. Había sido sólo un embrujo.
- ¿Se siente bien caballero? – le dijo el campesino que se extrañó por esta repentina actitud de su compañero de viaje – mire si quiere seguir caminando, seguimos no mas pues, si en realidad yo no estoy cansado, yo lo decía por usted, porque tiene pinta de ser de la ciudad y allá no son muy animados a caminar, pero si no está cansado seguimos no mas pue, ¡que le hace el agua al pescao!, eso si, porqué no suelta la lengua mejor así el camino se hace mas cortito...
Estaba en un estado de éxtasis. Volvieron a reanudar la marcha y escuchaba como su hijo le hablaba por primera vez, sentía como si el corazón fuera a explotar de tanta alegría.
- ¡Me alegro mucho que quieras estar conmigo! – le decía a su hijo – el tiempo perdido lo recuperaremos muy pronto, ya verás. Por el momento quisiera saber mas de ti. Por ejemplo, dime que es lo que más te gusta hacer.
- Que bueno que decidió hablar oiga. – le dijo - ¿cómo supo que le tengo cariño?, Se me debe notar mucho no cierto, lo que pasa es que usted se me parece a un amigo que se jue pal norte a trabajar en las minas. Oiga, ¿y pa qué quiere saber que es lo que me gusta?, no se me coloque marucho porque ahí sí que peleamo al tiro no más...
Su voz le recordaba el sonido del mar. ¿Hace cuanto tiempo que no había ido a la costa?. Cada palabra, cada sonido lo iba situando en un nivel cada vez mayor de energía. Una energía que iba fortaleciendo su alicaído espíritu. Ya no miraba la vida como antes. El camino ya no le resultaba como la ultima esperanza para saber con qué propósito estaba creado. Ahora al tener a su hijo al lado suyo, el camino era la esperanza a nuevas realidades que iban a descubrir los dos, miles de aventuras en terrenos desconocidos. Quizás regresaría por su amada. A pesar de todo todavía le carcomía el recuerdo de esa belleza que había dejado allá en la ruta hace ya mucho tiempo. ¡Sí!, debía regresar por ella. Cuando llegara al término de este camino iría con su hijo a rescatarla de la esclavitud en donde la dejó sumergida.
- ¡Hijo mío! – estaba llorando. – cuando lleguemos al final de este camino vamos a ir a buscar a mi esposa. Yo sé que te va a querer. Es una mujer muy comprensible. Es la más hermosa y perfecta de todas.
La noche se apoderó del lugar y con ella llega esa lluvia que ha sido engañada como decía el campesino. La lluvia cae inagotablemente. A lo lejos se escucha el tronar de un estruendo, sin lugar a dudas la tormenta se avecina.
Ni siquiera las bestias, que parecían comprender los sonidos que escuchaban de esos dos seres desconocidos, se quedaron para saber como continuaba esa “estúpida historia” que era el resultado de dos seres inferiores a ellos. ¡No les pidamos peras al olmo! Dijo una de ellas mientras regresaban a su guarida.
- ¿Hijo suyo? –gritaba un tanto desesperado porque la lluvia llegó sin piedad ante ellos. - mire no sé que es lo que se propone, no niego que me parece graciosa esta situación, no me molesta que quiera llamarme hijo aunque ya le advertí lo que le va a pasar si empieza a colocarse maruchento, es generoso que me invite a su casa a conocer a su esposa pero no creo que pue`a ir porque viene el tiempo de la cosecha sabe, además yo creo que usted lo dice por decir no mas pue, mire deje de hablar tonterías y mejor busquemos un lugar donde pasar la noche. Yo le dije que iba a llover pero usted claro como es de la ciuda se las viene a dar de caperuzo cuando no conoce naita de lo que pasa ajuera de ella, ¡sí!, yo los conozco a ustes, en la ciuda se hacen los encachaos pero aquí son peores que mujercitas y disculpe que sea tan sincero es que uste sae que así somos los guasos, medios caezones pero empeñosos como ninguno oiga...
Los recuerdos se mezclaban con los sueños que en esos momentos comenzaba a experimentar. No existía ningún motivo para reconocer que su vida había sido un total fracaso como pensaba antes. Ahora comprendía que sólo había que tener paciencia.
Se dio cuenta que estaba lloviendo, pero en vez de deprimirse como lo hacía antes se sentía en estos momentos demasiado alegre. Todavía seguía detestando la lluvia pero el sentimiento de haber creado a su hijo, de saber por fin con que propósito estaba en el mundo eran más fuerte que esa torrentosa lluvia que caía.
- ¡Mira hijo está lloviendo! – se estaba riendo. - ¿alguna vez habías visto llover?, ¿Conoces el sol?, No sé nada de ti y quisiera saberlo todo. Sabes no sé como decírtelo pero eres lo mejor que me ha pasado en la vida, antes yo miraba la vida como si fuera un castigo por haber cometido alguna falta que no recordaba pero desde que te conocí has sido la luz de mis ojos, dime ¿cuántos años tienes?
"¡Este hombre está loco!" – piensa. – mi taita me dijo que es mejor llevarle la corriente a los locos porque son agresivos, pero a la primera que quiera desviarse va a conocer quien es este bruto.
- ¡Claro que conozco la lluvia papito! – no puede dejar de reírse aunque disimuladamente para que no se enojara. – sae yo creo que uste necesita lente, como voi a ser yo la lu de su ojo, acaso no ve que no soy tan agraciao como uste, sae en vez de perder el tiempo en tonterías porque no buscamos donde pasar la noche, ya le dije que cuando se larga a llover no para hasta bien entra´a la mañana, eso sí, le repito de nueo no se me coloque coliguacho que aquí en esta tierra somos bien hombrecitos pa nuestras cosas, allá en la ciuda uste haga lo que quiera con su via pero no quiera hacerse el avivao ahora porque eso si que no lo aguanto, no es que tenga mente cerra´a lo que pasa es que no los soporto, a propósito, ¿pa qué quiere saber mi eda?, mire pa` que no diga después que somos descariñao los del campo le voi a contestar, yo en un mes estoy entrando en los cuarenta y ocho...
Su esposa sería la mujer más feliz del mundo cuando viera a aquel muchacho que llegara con su marido. “¡Si parece un ángel!” Pensaba que eso diría, pensaba que serían felices los tres, que vivirían muy cerca de la playa. Que todos los días podría escuchar el sonido del mar, que todos los días viviría para ser feliz junto a su esposa y su hijo.
- ¿Porqué lloras? – le dijo. – dentro de muy poco llegaremos al final del camino. ¿Quieres que te abrace?
- ¡Ya le dije que no se pusiera raro ñore!... además yo no estoi llorando. ¿de donde sacó que estamos cerca de llegar al termino del camino? si toavia quea harto.
- ¿Porqué me dices esto? – se puso a llorar. – yo que no hago más que quererte y tú me pagas con tu soberbia. ¿Así que te tengo harto?.
“¡Realmente está loco este caallero!” – piensa un poco sobresaltado por ese diálogo.
- Uste me cae bien. Yo dije que toavía quea harto trecho que caminar.
- ¡Eso si que no te lo voy a permitir!, ¿Quién te crees que eres?, escúchame te lo advierto, no te metas con mi madre.
La lluvia continua asechando con más fulgor, como si disfrutara del caos reinante.
- ¡Pero si yo nunca he mencionado su mamacita!, si la madre es lo mas sagrado que hay en la vida. Uste está rayando la papa ñore y sae... ya no quiero seguir con este paioseo
- ¿Piensas que soy un imbécil?, ¡Eres un mal hijo!, eres una mala persona...
- Si uste quiere seguir con el leseo hágalo solito, esto me pasa a mi por ayudar a desconocidos. Bien me lo decía mi taita “no hables con extraños”, pero yo el bruto siempre con un corazón de abuelita. ¿Mala persona?, Yo que lo he ayudado a encontrar el camino. ¿Ya no se acuerda que estaba perdido?. No se acuerda parece que se estaba muriendo. ¿Quién le dio comida?, ¿Quién le dio agua pa su pescuezo?,¿Quién se ofreció a llevarlo a donde termina el camino? Yo pue, ¡el guaso bruto!. ¡Uste es la mala persona!, es un mal agradecio...
- ¡Así que quieres abandonarme – ya más sereno.
Si alguna vez pensó que la locura era un juego, ahora se dio cuenta que estaba equivocado. Necesitaba huir, alejarse de ese loco. Sólo debía dar media vuelta y empezar a correr. Sabía que el otro no lo alcanzaría porque se nota que está cansado. Sin embargo, él también estaba un poco fatigado, además temía perderse en la noche y encontrarse con las bestias. Las bestias eran muy crueles, pero atacan cuando ven una presa que está sola. Por eso acompañó a este caballero. Para que no lo mataran como a un vil gusano. Además quería saber porqué deseaba llegar con tanto anhelo al término de este camino. ¿Sabrá que es un camino prohibido?.
Para variar sigue lloviendo.
Se acuerda que una vez escuchó hablar sobre este camino. Dicen que una vez una persona intentó llegar a la meta pero murió en el intento. Lo encontraron chiflado.
¡Oh diosito santo!, ¿Será este aquel loco?.
Una voz que era el grito de mil voces se apoderó de su conciencia. Sea como sea, necesitaba escapar de esa persona. “Es el colu`o” pensaba, me quiere llevar al infierno.
- ¡Sabe amigo!. – ya estamos cerquita de la meta, uste siga derechito por el camino y así no se perderá, yo tengo que volver pa mi casa, uste sabe que estamos en época de cosecha...
Y entonces, ya decidido, intentando olvidar lo que ha pasado, da media vuelta y sale corriendo por la oscuridad del paraje. Era la primera vez que anhelaba la oscuridad.
- ¡Te lo dije! – le decía su conciencia. - ¡no confíes en nadie!. Pero tú tan estúpido como siempre te dejaste llevar por tus sentimientos...
Abre los ojos, contempla la densa oscuridad. La lluvia arrasa con todo. ¡Llévate mi alma! – le decía.
- ¿No querías llegar a la meta?... ¡preferiste dejarlo todo por tu hijo!. – continuaba dominando su pensamiento. ¿Dónde está tu hijo?. ¡Se fue! y te dejó solo.
- ¡Cállate! – un grito desesperado. - ¡déjame en paz!
- ¿Vas a dejar que ese mocoso se burle de ti?. Siempre supe que eras un fracasado, que eras un cobarde. ¡Aún tienes tiempo!... ¡mátalo!... ¡mátalo!... ¡mátalo!.
Hasta las bestias se asustaron al escuchar ese grito devastador; un tronar que rompe la sinfonía lluviosa. Un hombre ha muerto. El otro, llegó a donde terminaba el camino, un camino de paz, de silencio y de felicidad. El camino de la locura.








CASIOPEA.




























un tropiezo no es una derrota...
... sino una futura victoria.

a pamela con afecto.




















- ¡Siempre estaré contigo!
- ¡ Mamá, no me dejes!... ¡ Mamá!... ¡ Mamá!


Me encanta ver por las noches las estrellas, aunque ahora en invierno me extasío con las auroras boreales. Son recién las cinco y media de la tarde y acá hace rato que el sol se perdió por el crepúsculo allá en el infinito. Extraño mi tierra, mi aldea, mi linaje... allí debe ser todavía temprano y a diferencia de acá, debe hacer un calor de los mil demonios. Es que cuando el “cara de gallo” comenzaba a notarse era un auténtico averno viviente el que acontecía en aquellos parajes. Entretanto los hombres se aporreaban sin cesar bajo el mar allá en Schwager extrayendo pedruscos desvalorizados y comprometiendo la vida a cada segundo, los adolescentes iban a la playa a pasar el calor. La playa de Bahía Blanca abría sus portezuelas hacia el helado y sosegado Pacífico que era un testigo tácito de los acaecimientos que ocurrían en sus cotos. Cómo extraño esas jornadas... han pasado treinta años... ¡ te he dejado Mamá!... jamás retornaré a esas tierras... Estocolmo me ha abierto sus alas, a puesto su alfombra carmín bajo mis pies, a sido testigo de mi holocausto y mi perseverancia, a visto el logro de mis ilusiones y eso te lo debo a ti... “ ¡ nunca te rindas! “... y no lo hice, pero te abandoné... como tú también lo hiciste.


... disculpa, ésa constelación en forma de W que se ve cerca de la luna, ¿cómo se llama?... ¿cuál?, ¿Ésa?... sí... Casiopea... ¿disculpa?... ¡ se llama Casiopea!... y ¿ésa de allá?... espera... ¿dónde estás?... juraba que había alguien... ¿con quién conversé?... ¿ Mamá?... ¡a sido una alucinación!


Casiopea es una constelación del hemisferio norte, cercana al polo celeste. Se distingue por un grupo de cinco estrellas de segunda a cuarta magnitud, con una forma que recuerda a la letra W. La supernova más brillante de la que hay constancia apareció en la constelación en el año 1572 y fue observada por el astrónomo danés Tycho Brahe. Más brillante que el planeta Venus, fue visible durante unos 16 meses a simple vista, incluso a mediodía.
- ¿Estás seguro que se llama así? – le dije – si, licenciada, estoy seguro. Esa constelación en forma de W se llama Casiopea.


Su pelo en un libre albedrío con el aire fresco de junio, desordena y resalta su figura, llena de matices y relieves con esa calidez exclusiva de la tropa del sur y su portentoso desplante que velozmente la sitúa en el foco de la curiosidad, aún para aquellos despistados y displicentes que hacen del día tinieblas y de las tinieblas día, que convierten el agua en vino y el lamento en carcajada que distorsionan la realidad para expresarnos sus utopías, sus sueños envueltos en verosímiles y prevaricaciones. Aún ellos, ceden parte de su señorío para embelesar y contemplar sus virtudes, para soltar el trapo con sus acotaciones y acciones, para aseverar: “ ¡ va a llegar lejos! “... y lo consiguió... a pesar de la lobreguez, de las altas montañas... de los fracasos del minuto... “ ¡ nunca te venzas! “... y no lo hizo.


¡Dame tu hija!... ella sufrirá por tu culpa... ¡no!... ¡por favor!... ¡debes ser sancionada!... ¡ayúdenme!... ¡ Mamá no me deje!... ¡Zeus!... ¡el monstruo!... ¡Mamá!... ¡ Mamá!... ¡Casiopea!... ¡ Mamáaaa!... ¡ no me dejes!... ¡tú tampoco me dejes!... tu mamá te quiere... ¡ no!... otra pesadilla.


1994, el año que nadie quiso tener, el año que cambió para siempre la vida obrera, el año del desempleo, de las luchas sin resultados, de las últimas tentativas de sobre vivencia, el año en que Schwager dijo hasta luego y se llevó con él generaciones y generaciones de brío y sacrificio, sudor sangre y lágrimas envuelven sus umbrosas paredes, en un intento para que no la olviden y nadie lo ha hecho. Baldomero hubiera gimoteado acerbamente al ver su musa de inspiración atada y encadenada en una expiración anunciada, en una larga agonía y en un poblado que todavía la lleva en la sangre, en las cicatrices físicas y del alma, por aquellos que nunca volvieron cuando al rayar el alba fueron a despertarla, a darle los buenos días y ella, un poco encolerizada, tal vez intuyendo ya su agonía, se queda con aquellos mortales, amparándolos en su seno y llevándolos por abismos sin fin. Es en ese lugar, hija mía, es en esta tierra... tu tierra... aquí perteneces... ¿porque te marchaste?... ¡déjame en paz!... me oyes... ¡déjame en paz!... ¡ tú estás muerta!... ¡tú te fuiste!... ¡yo te necesitaba!, Me sentía sola y tú no estabas, me prometiste que siempre estarías conmigo, que no me rindiera, ahora déjame en paz, han pasado mas de treinta años... ¿qué quieres de mí?... ¡Maldición!... ¿que mierda quieres de mí?... ¿se siente bien licenciada?... ¡Sí!, Solo fue una alucinación... ¿está segura?... si Markkus, estoy segura... ¿licenciada?... ¿que pasa?... hay algo escrito en su puerta... ¿qué dices?... parece que está escrito con sangre... ¿en donde?... ¡allí!... ¿se siente bien?... Markkus, dime que es lo que dice... ¡Casiopea!, Dice Casiopea.


Las pesadillas continuaron asediándola noche tras noche, pero para asombro de quien viera su situación, ella seguía tan invariable y serena en su labor como si nada estuviera acaeciendo. La vida le había enseñado a no rendirse ante la fatalidad y gracias a ese aliento, había llegado hasta donde está. Sus pesadillas por lo tanto, eran sólo un inconveniente más que debía enfrentar. Las noches ya no eran placenteras, comenzó a tomar, primero una copa de vodka en la noche, a la semana era media botella de vodka y así hasta desplomarse en el círculo de la embriaguez. Sólo su fuerza de voluntad la mantenía en contacto con la realidad, a pesar de los sonidos en las noches, a pesar de las notas grabadas con sangre en la muralla. “ ¡Debes regresar!”... “¡ Tu familia te espera!”... “¡ regresa a Lagunillas!”... “¡ Casiopea!”... “¡Casiopea!”... Quizás habrá sido otra pesadilla pero alguien tocó su suave pelo y besó su mejilla, pudo sentir un perfume familiar aunque distorsionado por no percibirlo por un largo tiempo. Ya no era la misma, algo había cambiado, sospechaba de todos y poco a poco la fastuosa estrella que era, se fue extinguiendo para dar lugar a un agujero negro, un agujero hostil y perverso; descuidó lo que más quería: su esencia, quedó en el baúl de las remembranzas. Lo que sí continuaron fueron sus visiones y, aunque al principio no le afectaron, ahora eran un verdadero martirio. Los mensajes escritos con sangre continuaron apareciendo, ya no exclusivamente en los muros de su casa, sino ahora en su trabajo, en el restauran francés de la esquina, en la iglesia luterana, hasta en los nimbos del cielo; Ya no decían regresa, sólo había una palabra: “Casiopea”, y ella ya casi sin fuerzas, solo tenía dos alternativas: resignarse y creer que se había vuelto loca, o luchar por averiguar la verdad contra la lógica y lo real y vencerlos como siempre lo ha hecho en la vida... “¡nunca te rindas!”... pues no lo haré Mamá, te venceré.

¡ No puedo creer que renuncias! – expresó Markkus – sabes que no tendrás una oportunidad como ésta – señalaba – lo sé, por eso me voy – dije - ¿adonde? – preguntó, todavía alterado por la noticia - ¡ a Chile!, Regreso a Chile.


Fue una decisión difícil pero ahora el trabajo era lo que menos le interesaba, estaba resuelta a vencer a su madre y no se iba a detener por nada. Antes de regresar a Chile buscó quién era Casiopea. La respuesta la dejó en ascuas, no encontraba ninguna asociación entre ese nombre y ella pero no importaba. Casiopea fue traída por su madre, por lo tanto, también era su enemiga aunque hubiera varios milenios de diferencias entre ellas.


Casiopea fue una reina de Etiopía. Su gran pecado fue jactarse de ser más hermosa que las Nereidas, que eran las linfas del agua las que se quejaron con Poseidón, quién envió un monstruo marino a que asolara sus tierras. Además pidió que la hija de Casiopea, Andrómeda fuera castigada por la vanidad de ella a ser ofrecida en sacrificio al monstruo... ¡ ésa eres tú!... ¿Mamá?... ¡tú eres Casiopea!... me abandonaste... Casiopea abandonó a Andrómeda, como tú me abandonaste hija... ¡cállate!... ¡ te odio!... ¿me escuchas?... ¡ te voy a vencer!... ¡te lo prometo!.


Después de treinta años su terruño ya no era el mismo. Ahora era un país desarrollado. Por las arterias todo era gringolandia. La masa ya no hablaba español, ahora el inglés era el que dominaba, fueron conquistados no por espada y sangre, sino por dinero y religión. Los mormones están en todas partes y también otras sectas, los Mc Donalds y el rock se apoderaron de las multitudes. Lagunillas ya no era la misma. El modernismo la había alcanzado. Empresas, mall, supermercados, industrias, gente extranjera, todo esto había cambiado su fachada y el de los alrededores. Las proles ya no se acordaban de 1994. Todos los mineros ya habían muerto, y sus descendientes se habían dejado influenciar por el dinero. Schwager sólo era un cúmulo de ruinas y el antiguo balneario de Bahía Blanca, ahora era un nauseabundo terreno, sumidero de los residuos industriales del progreso. ¡Aquí estoy Mamá!... ¡vengo por ti!.


Son las cuatro de la mañana, la ciudad se encuentra adormecida todavía, todos se preparan para el comienzo de este día. Hoy es año nuevo, y quieren disfrutar de este último día. En medio del silencio, se escabulle dentro de Schwager, la otrora inmortal damisela y ahora moribunda esclava. Al final del recoveco hay alguien. Poco a poco se acerca, en su mano derecha un cuchillo, afuera una lluvia inesperada cae como un mar de amargura. ¿Mamá?... ¿eres tú?... ¡te he estado esperando hija!. – expresó, mientras advertía su figura seráfica. - ¿porqué?, ¿Qué quieres de mí? – dije – sólo decirte una cosa. – dijo, entre tanto percibía que sollozaba. - ¡nunca te abandoné! – señaló - ¡ siempre te amé! – estaba lloriqueando – tus lágrimas no me impresionan – le dije – además, sí me dejaste – afirmé frenéticamente. - ¡no!, No lo hice – de pronto su figura comenzó a desvanecerse... ¿me abandonas otra vez? – le dije - ¡no!, ¡Dios sabe que no! – me dijo mientras ya no podía distinguirla con claridad en la oscuridad de la moribunda. – ¡yo no creo en Dios! – rugí irasciblemente. - ¡pero él cree en ti!.


Está listo, ya puede irse... ¡doctor!, Usted sabe que yo no podía tenerla... señora, siempre hay caminos... no tenía ninguno doctor, Dios sabe que no tenía ninguno... una pregunta más señora. ¿Tenía algún nombre en mente para la niña?... ¡Casiopea! – le dije – se hubiera llamado Casiopea... un hermoso nombre - ¡sí!, Hubiera sido alguien importante... ¡pero su madre se rindió!... adiós doctor y gracias... oye, hazte un favor, no regreses nunca aquí.
Salió de la clínica, eran las once de la noche, todavía seguía lloviendo, pero algo en ella ya no estaba. Sin embargo, siempre viviría con su recuerdo, su querida Casiopea, su chiquilla que no nació, siempre estaría con ella... ¡algún día!... ¡algún día la veré! – dijo, mientras contemplaba un conjunto de estrellas que formaban una W, había dejado de llover, aunque ella sabía que siempre estaría goteando en su conciencia.

















































LA DIVA.


















A todas las mujeres que me rechazaron

... abro los ojos... miro hacia atrás
y contemplo el espectáculo...
mi conciencia me susurra suavemente
... ¡de la que te salvaste juanpi!...
¡de la que te salvaste!















Como todos los días, se levantó temprano, corre a buscar el periódico al vergel y después sale a comprar pan, leche, de vez en cuando, queso o jamón ahumado, dos manzanas y raramente un jugo diet de naranja. Nunca se peina al despertar, pues siempre anda con un elegante sombrero azabache que le da un aire de galanura a quién lo lleva puesto. Deja su bata de seda, por su buzo azul marino. Siempre que no llovizna sale a trotar por la batiente de la playa, generalmente se demora dos horas, tiempo suficiente para mi propósito. A eso de las nueve, abandona la casa para irse al trabajo. Su Peageut 206 le abre el camino hacia panoramas rastreados. Primera detención: el colegio de su hijo. Segunda parada: el restaurante italiano donde compra todos los días su almuerzo. Ya no hay mas dilaciones, una vuelta a la izquierda y llega a su trabajo. Sitúa su auto en el exclusivo aparcamiento de los administradores. Una leve carraspera, para que adviertan su arribo, siempre acompañada de pasos seguros y retumbantes y una sonrisa a flor de labios. Una persona extraña de la firma quedaría embriagado al verla. Creería que es un espíritu celestial caído del cielo. Sus ojos verdes como el joven pasto de la comarca, su tez blanca como la nieve, sus labios carnosos y delicados, cuidados como su tesoro privado, su pelo rubio, largo y sedoso y su figura de cuentos de hadas, le daban su característica principal: ser una diva.
Contra cualquier argumento de que son todas las hermosas unas estúpidas, ella era fina y sofisticada. Una gran personalidad acompañada de un gran ingenio mas que conocimiento, la convertía en la perla de la empresa, del pueblo y hasta del distrito. Sencillamente una diva.
Sin embargo, para llegar donde está, esgrimió su arma oculta: el engaño. Detrás de esa imagen angelical, existía un verdadero demontre, una malevolencia pura, una avidez sin límites. Su verdad nadie la conocía y estaba convencida de que todo lo que hizo fue un sueño, un perfecto sueño.
Todos los días hace esto y, hoy no ha cambiado.
He sido parte de su fechoría pero pronto acabaré con ella. Llevo dos años inspeccionándote, sé todos tus movimientos, tus satisfacciones y tus fantasías. No sabes como extraño tus caricias, tus monerías, tu suave voz. Pero hoy me corrompe el odio y la venganza y cuento los segundos para concretarla. Muy pronto diva... muy pronto.

Julián era el chico más popular de la universidad. Su tez blanca, sus ojos azules y su pelo rubio y ondulado lo convertían en el objeto del deseo para sus compañeras. Era un deportista y además un gran intelectual. También era rico. Hasta el momento no había existido ninguna muchacha que lo rechazara. Gozaba de los privilegios de su buena situación económica y su gran carisma para convencer a los demás.
No obstante, el inicio de ese año académico sería diferente.
... el sábado el Lobo organiza una fiesta en su casa, ¿quieres ir conmigo? – dijo - ¡NO! – le contestó.
... tengo dos entradas para ir al cine. No sé... yo pensaba que me podrías acompañar... ¡espera!... ¡no te vayas!...
... el domingo es mi cumpleaños... te invito a mi fiesta, va a haber de todo... ¿vas a ir?... ¡oye!... ¿vas a ir?...
Poco a poco la desesperación comenzó a apoderarse de Julián, no podía creer que existiera alguien que no le hiciera caso, ni siquiera lo miraba, nunca le hablaba y no era callada. Su orgullo se fue dañando hasta la médula. Cada vez se esforzaba más para complacerla, pero ella inmutable y fría como una roca no se dejaba impresionar.
¿Hasta cuándo vas a seguir así conmigo?... dime, ¿qué te hice?... yo sólo quiero que conversemos... ¿porque no me hablas?... ¡por favor!, ¿Que quieres que haga?... ¡ quiero que me hagas una pregunta específica! – dijo escuetamente para volver a su silencio inquebrantable - ¿una pregunta específica?... ¿qué pregunta?... ¡por el amor de Dios!, Te puedo hacer un millón de preguntas y no adivinaré. ¡Dímela!, Te prometo que te la formularé y te la cumpliré. – mientras el sudor corría por las mejillas de Julián, una maligna y sobria sonrisa acentuaba ese rostro angelical. Se acerco a su oreja izquierda y en un suave susurro le dice su pregunta. Al conocerla Julián queda pasmado, el mundo da mil vueltas a su alrededor, jamás espero esa pregunta. Sin embargo, bien valía la pena formularla... ella era un ángel... una diva... ¿te quieres casar conmigo?... ¡SÍ!

¡ Escúchame!... ¡tú no existes!... ¿entiendes?...

El tiempo es el aliado del viajero, sobre todo cuando su rumbo es desconocido. El aventurero disfruta de lo nuevo de cada día, de las costas lejanas, de los lugares inaccesibles, de aquellos remotos poblados alejados quizás de la mano celestial. Ella era una aventurera, sus limites no conocían un final, no había imposibles sólo resultados logrados. Se convirtió en una déspota de sus recursos, utilizo hasta exprimir sus dotes, su coquetería juvenil, su fresco aroma al anochecer. Profesores, compañeros, directores, el papá de una amiga, el bibliotecario, el vecino, su esposo, el amigo de su esposo, su suegro, el cura, el rabino, el pastor, el alcalde, su ginecólogo, el amigo del amigo de su esposo, el primo del vecino del amigo del amigo de su esposo, todos cayeron bajo su influjo, todos terminaron cediendo ante sus encantos. Todos fueron utilizados para sus aspiraciones.

¡ Señora! – dijo el doctor. - ¡señorita!, Mi doc, señorita. – contesto ella mientras jugaba con su corbata. - ¡señorita usted está embarazada! – dijo. - ¡error doc!, ¡Está equivocado!. Mientras comenzaba a desabrochar uno por uno los botones de su camisa – ¡no lo estoy!, Está usted embarazada – volvió a repetir aunque ahora tartamudeaba por la situación en la que se encontraba - ¡error!, no estoy embarazada, porque tú tienes el remedio...

¡ Si te vuelvo a pillar merodeando la casa te juro que te mato!... no estoy jugando, ¿me entendiste mierda?... ¡te mato!... ¡te saco la cresta!... ahora ¡vete de aquí!, puta de mierda y no vuelvas nunca más...

Ese día amaneció extremadamente caluroso. En pleno invierno, un sol radiante se apoderaba del exclusivo balneario “La Domenica”, y en una de sus casas que cubren la costa, espera pacientemente el desenlace de su plan.
No pudo dormir. El ansia fue superior a sus fuerzas. A ratos rompía en mil carcajadas, es que había pensado en cada detalle, todo estaba absolutamente estudiado, el auto estaría en marcha, la llave de la casa, el teléfono cortado, los vecinos que salieron, dormir al perro, incluso en caso de problemas, las posibles escapatorias, el arma en su bolsillo derecho, cargada hasta el fondo... muy pronto... muy pronto...

¿Porqué te vas?... ¡no me puedes dejar!... ¡soy tu esposo!... ¡no me dejes!, ¡No puedo vivir sin ti!... ¡mírate!. – le dijo con la mayor tranquilidad del mundo mientras seguía guardando su ropa en la maleta. - ¡me das pena! – señaló. - ¡ tú no te puedes ir! – le aprisionaba bruscamente sus muñecas. - ¡suéltame! – le dijo - ¿porque me dejas?... había terminado de guardar la ropa en la maleta, se colocó su abrigo y su sombrero negro, tomó el paraguas, afuera había un temporal, abrió la puerta... ¡ya no me sirves!

¡Te amo! – le dijo. - ¡lo sé! – contestó escuetamente. - ¡esto está prohibido! – dijo. - ¿desde cuando te importa la ética?, Además ¡tú no existes!. – afirmaba mientras salía de la cama completamente desnuda mostrando su hermoso cuerpo, mas que mal ella era una diva. Se acomodó en la chimenea, afuera una suave lluvia rompía el silencio de la noche. - ¡esta va hacer la última vez que nos veamos! – le dijo. - ¡no!, Te necesito. - ¡escúchame!, Yo también te amo, pero no voy a arriesgar todo lo que he conseguido por ti. – se colocó su bata y se sirvió un vaso de vodka naranja. - ¡diva!, ¡ No sé vivir sin ti!. – insistía - ¡no me puedes dejar! – estaba llorando. - ¡ siempre serás mi ramera preferida! – le dijo mientras la besaba en la boca. - ¡no me dejes!, Eres todo lo que tengo... ¡diva!... ¡diva!... ¡hermana!

Son las once de la mañana, un poco mas... un poco mas, querida hermanita.

El transcurso del día había sido excelente. Había cerrado un millonario contrato con un consorcio aleman, lo que le originaba, por supuesto, un aumento de sueldo. Ya tenía planificada otras dos reuniones para mañana. ¡Necesito que el inglés firme el contrato!, Se decía, aludiendo a un gerente inglés de una multinacional, ¡creo que una buena cena y un poco de mis atributos ayudaran!.
¡Disculpe señor! – dijo una joven secretaria. – tiene una llamada urgente. ¿Aló?... ¡hoy día!... esta bien... a las siete la paso a buscar... ¡adiós!... ¡ felicidades diva, otro peldaño más arriba!... miró la hora, eran las cinco y media. Su hijo se iba a quedar con su padre Julián, así que decidió irse de inmediato a su casa. ¡es noche de pesca!... ¡y este es un pez bien gordo!...

Llegó a su casa. Prendió la luz de su dormitorio, se duchó... bajó por la escalera con su mejor vestido... se ve exquisitamente apetecible... se cortó la luz... comenzó a entrar en pánico, bajó cuidadosamente los últimos peldaños de la escalera... su oído estaba extremadamente sensible... sólo se escuchaba la lluvia caer copiosamente sobre el Balneario... abajo en la planta la esperaban... bajó el último peldaño... una mano cubrió su boca... un calor insospechado emanó de su cuerpo... una punzada... otra... otra... otra... ¡adiós diva!

Había ido al negocio de la esquina, la espera y las ansias le habían abierto el apetito. En el negocio pudo ver que llegaba a su casa. Esperó un tiempo prudente para ir a cumplir su misión. Se encuentra afuera de la casa... entra... la puerta no tiene seguro... prende la luz... nadie en la cocina... no está en la Biblioteca... tampoco en la sala de estar... una escalera... ¡debe estar en su dormitorio! – pensó... sube el último peldaño... a comenzado a llover más fuerte... abre la puerta... su mano derecha lleva el revolver... prende la luz... ¡ESTÁ MUERTA!

Todavía se encontraba en éxtasis, ¡por fin hijo!, ¡Al fin solos! – se decía – su mano derecha apretaba el puñal ensangrentado... ¡se acabó!... un sonido perturbó la vibrante sinfonía de la lluvia... ¡un disparo!... salió de la alcoba y subió rápidamente las escaleras... la luz estaba encendida... apretó mas el puñal y se dispuso al ataque... abrió la puerta... una mujer... una pistola... sangre en el piso... dejó de llover... comenzó a reírse a carcajadas... ¡eran dos!... ¡eran dos!













MIA


























la vida es un constante error...
en la medida que la humanidad
logre asimilar su condición...
entonces me comprenderás...

con cariño para daniela.









Allí estaba ella. Asentada en aquel antiguo sillón escarlata que contiene la experiencia y las reminiscencias de mi puericia, encerrado en una habitación tocada por la restauración.
- Está viejo, tíralo – señalaba mi padre – yo te compro otro... uno de esos que se inclinan hacia atrás... y tal vez te compre uno de esos que vibran, pero deshazte de ese vetusto.- seguía instando y ya comenzaba a notarse que se atosigaba. Es que es tan rechoncho, que a veces, cuando era un angelito, pensaba que estaba embarazado.
Un día, tuve la sobresaliente idea de contarle a mi hermana mis impresiones, que para mí eran lógicas y súper coherentes, pero ellos no lo vieron así... tres meses castigado y una tunda que me propinó mi papaíto embarazado que todavía está presente en zonas de mi humanidad.
Me encanta... le tengo apego – le indiqué – además a ti no te incomoda pues está en mi habitación.
¡ ERROR! – vi como se aproximaba un morrocotudo puño a mi morro, mientras su fisonomía púrpura como tomate, llena de una cólera constreñida, intentaba pronunciar a través de sus labios un sonido que no entendí completamente, que después estudiándolo, creo que fue ¡MIERDA!, Pues ese superhipermacropuño no alcanzó a tocar mi rostro, porque su corazón le jugó una mala pasada – expresó mi madre – aunque yo especulaba que eran las tres hamburguesas de su desayuno. Tenemos que estar unidos – señalaba mi madre – en estos momentos difíciles hay que ser fuertes... - ¡yo estoy bien! – hablé – además, el Gordo no va a morir. – ahora no vi un monumental puño acercarse hacia mi rostro, sino una larga y delgada mano extendida que golpeó mi mejilla izquierda. – ¡eres un idiota! – murmuró mi hermana - ¡tienes veinte años! Ya no eres un mocoso. – una hermana irascible, un padre embarazado y ahora crónico y una madre que llora y llora y si sigue así, se va a desmayar y ahora si habrá un quiilombo. - ¡vete a la casa!, Nosotras te llamaremos. – EXCELENTE.


No recuerdo cuando fue la primera vez que la vi sentada en aquel sillón escarlata. La memoria ya me está jugando en contra y es que por más que me arrime a ese registro en mi cerebro, al final el camino invariablemente toma otra ruta y me trae recuerdos que había relegado y que no deseaba que regresaran. Como esa ocasión en que viendo que nadie me hacía caso, agarré una caja de fósforos y comencé a jugar con ella sin saber (era un chiquillo entonces), aunque a veces tengo la impresión de que ya lo sabia, que mezclar fuego con alcohol no era una muy buena idea. Creo que desde ese día mi hermana me aborrece, sobre todo cuando un cachito de cristal fue a incrustarse en su mejilla derecha. – ¡mira lo que has hecho idiota! – chillaba mi padre embarazado. – tu hermana se puede morir por tu culpa – seguía chillando - ¡pero si sólo fue un pedacito de cristal! – le dije - ¿un pedacito?, ¿Un pedacito?, ¿Quieres un pedacito de paliza?... responde mierda... hijo de puta. - ¿mi madre es una puta?, ¡Yo juraba que era una kinesióloga! . - ¡ERROR!


¡Gordo!, Así le decía a mi padre embarazado. Está en la clínica, porque según mi madre está enfermo del corazón por mi culpa, pero yo creo que es por las tres hamburguesas que se come todas las mañanas al desayuno. ¿Cómo estas?... espero que estés bien... ven pronto para que platiquemos... no me gusta la soledad.


A comenzado a chispear, todo afuera es galimatías... gente escondiéndose de la granizada, rorros haciendo diabluras y en algún lugar de la metrópoli una muchacha se entrega a su querido, al mismo tiempo que sus padres mueren en un accidente automovilístico debido a lo resbaladizo de la carretera.
¿Que te pasa? – una suave y conocida voz me saca de mis pensamientos para traerme a la realidad. Esta goteando... pero... ¿acaso no fue en mi sueño que lloviznaba y la multitud deambulaba apresuradamente y unos niños se divertían y un matrimonio sucumbía mientras unos jóvenes se descubrían?... ¿qué te sucede? – volvió a hablar, pero ahora su mano tocó mi hombro izquierdo, no cabe duda... ella está aquí.


Nunca supe su nombre, no me lo quiso decir, así que le puse MIA, pues en realidad era mía. Nadie más la veía, nadie la escuchaba, nadie más sintió su presencia... sólo yo.
MIA es una muchacha divina, pero no esa beldad de mujer mortal, aunque reconozco que varias veces he despertado con su nombre conjurado por mis befos. Su preciosidad estaba asentada en su naturaleza, en su mirada seráfica y sobre todo en su pasmosa voz que hechizaba el alma y suspendía mi vida. No sé de donde llegó, ni tampoco sé porque esta aquí, pero si algún día se va... yo me voy con ella. Ha sido un presente milagroso que atribuyo a la Divina Providencia.


Te tengo noticias – comentó mi hermana. – en la tarde dan de alta al papá... yo no puedo ir a buscarlo... tú jamás irías, así que mi mamá lo va a ir a buscar... no digas, y sobre todo no hagas boberías... ¿de acuerdo?... adiós.


Esta vez, tenia un bolso azabache y a pesar que no lo toqué, parece que no tenía nada en su interior.
¿Qué tienes en el bolso? – me atreví a preguntarle sabiendo que iba a paralizarme apenas comenzara a hablar. - ¿te refieres a este bolso? – dijo MIA con su cálida voz al tiempo que me percataba en una palabra que estaba escrita del lado que no veía al bolso. Me acerqué más para poder ver que es lo que decía... un poco más... ya casi logro ver algo... ¿una jota o una gue?... una e... ese... u... con acento... una ese... jota, e, ese, u, ese... JESUS... ¿JESUS?... - ¿crees en Jesús? – dijo con la mayor serenidad percatando que ya había notado esa palabra en su bolso y me agobiaba... ¿qué te pasa?...


Hubo un tiempo que fui muy fervoroso, pero de esos tiempos prefiero no referirme. No obstante, ¡ese bolso!... ¿porqué decía Jesús?...


Estoy sentado en mi sillón escarlata, el sueño poco a poco me embelesa y caigo en un trance hermoso y taciturno. Afuera sigue manando y ya no es esa suave lluvia que hace cantar a los pájaros sino es un vendaval. Miro hacia afuera, la intemperie lóbrega y amenazadora es como un aviso... algo va a suceder. Un coche se detiene... debe ser la vecina que llega del trabajo... pobre vecino, lo van a pillar en pelotas con su nueva amante.
Alguien abre la puerta y sube las escaleras. Se escucha un sólo tipo de ruido de calzado, por lo que no son mis viejos. ¿Será acaso la MIA?... no la he visto en una semana. ¿Que haces aquí?, ¿Qué te pasó en la cara? – le dije a mi hermana menor – eso no importa ahora, tengo que darte una noticia. – cada vez que decía eso era porque me decía cualquier tontería, pero esta vez no, lo veo en sus ojos, están muy húmedos y no han sido por ese moretón que tiene en el ojo izquierdo. – dime – le indiqué. – el papá y la mamá murieron – señaló - ¡ y las vacas vuelan! – le respondí. – ¡escúchame!, ¡Es verdad!, murieron en un accidente automovilístico hace dos horas... la autopista estaba... ya no la escuchaba... en un segundo regresaron todos los recuerdos a mi memoria como si fuera una película de terror... ¿el Gordo y mi vieja muertos?... Ana – la llamé por su nombre, después de tantos años y pude notar que lloriqueaba. – Ana, ¿con quién te acostaste? – le dije - ¡pero que estupideces dices!... se puso a llorar... ¿cómo lo sabes?. – no lo sé – le respondí – sólo lo imaginé. – es con Roberto – me expuso llorando - ¿con el vecino? – le dije - ¿él te pegó? – sí... tengo que ir a la clínica a reconocer los cuerpos... ¿quieres venir conmigo?... ¡NO!... nos vemos.


¿Porqué estas llorando? – era MIA - ¡murió el Gordo y también mi vieja! – le dije – ¡ya lo sé! –contestó – sabes... ahora que no están me doy cuenta que los amaba. – ¡siempre los amaste! – me dijo. – sólo que no lo decías. Me dejé caer en el sillón escarlata que ahora lo veía tal como era, un arcaico y descompuesto sillón escarlata.
- ¡yo también me voy! – me dijo - ¡ y yo me voy contigo! – le dije – ¡lo sé!... creo que ahora puedo decirte mi nombre... ¿de verdad?... no sabes como lo deseo. – le dije mientras me acordaba todavía de esas trastornadas remembranzas y es que había algo que no calzaba... un pequeño fragmento... pero ya no importaba. Dime MIA, ¿cómo te llamas? – le dije – ¡la MUERTE!... ¡me llamo la MUERTE!.


Lo vislumbré todo... me senté en el arcaico sillón escarlata... una pistola en mi mano derecha... un recio sonido rompió el mutis... dejó de llover... un arco iris se ve allá en la lontananza.







































LA CHIKA.































Los sacrificios ennoblecen a las personas...
Las injusticias despiertan nuestro interés...
El ente que sobrelleve estas dos enfermedades,
Es digno de admiración y de respeto.

Para belén de un admirador.




















He vuelto y aunque es obvio que no llegas, me siento en la verma de la arteria, mientras allá en la explanada unos escuincles juguetean a la pelota... en el otro lado del arrabal un efebo es acribillado por un escaso dinero, entretanto una madre baldea sin cesar para ganar unos pocos pesos para sus hijos.
El crepúsculo vaticina un cambio del clima... es que ha llegado mi compañera la brisa y comienza a travesear con mi pelo y yo me dejo llevar por su hálito, un soplo de paz, de ecuanimidad que fortalece mis gastadas simientes.
Como veo que aún no llegas, iré a ver un poco del esparcimiento energúmeno que tienen los niños, ¡si parece que fuera una acometida campal la que estuviera acaeciendo allí!.
El incitador de este ímpetu pueril es el Eneas, un chiquillo insurrecto que se cree además el mas guapo del sector. Créanme cuando les comento que es un agitador, no lo clasifiquen por su aspecto de niño indigente, enjuto y un poco atolondrado, porque su impulso reside en su raciocinio.
En mi existencia, no he visto a nadie tan resuelto y ruin como este Eneas. Ha robado, pelea con todos, inclusive hay cuchicheos de que él fue quien violó a la Susana, una criatura de doce años, todo esto en sus precarios catorce años. Si hubiera estado en Estados Unidos, seria un serio postulante a la silla eléctrica o a la “inyección sin dolor”, como le llaman para que suene más bonito.
Está enojado, parece que están perdiendo el partido.
¡Sale de aquí! – dijo un hijo de puta. – entre tanto me deslizo de aquel terreno... me ha pegado en el vientre, creo que voy a perder el conocimiento... fue el Eneas... algún día... algún día...


¡Se ha ido! – lo ha mencionado su madre mientras la advierto sollozar. – le dice a la vecina que se ha marchado muy lejos... dice que a estudiar... ¿en la universidad?... si poh, que se a creío, si mi caura es caperuza – dijo su madre. – yo lo decía por el capital doña María – contestó la confusa vecina – va a educarse con Beca. – señala una orgullosa madre que deja de lado su congoja para enaltecer su ralea. - ¿y que va a estudiar la Chika? (así le decían)... ella...


Así es la ley, hay un ángel hecho para mí
te conocí el viento se me fue, tal como llego...
¡Ay! La pobre Estercita todavía espera a su príncipe azul que llegue en una carroza a buscarla. La desdichada no se da cuenta que inclusive el tiempo parece que la está abandonando. Todo el día se lo pasa escuchando música y música romántica como esta balada. Personalmente no me fastidia esa melodía, lo que no tolero mucho es que se pone a cantar con su desabrida y rústica voz logrando matices poco agradables al oído. Una vez la confundí con un gato que aullaba.
Pase por todos sin pensar, y ame sin pasionar
Y al final quien me salvó... - ¡cállate loca! – un vecino poco ortodoxo e impaciente. - ¡cállate o llamo a los pacos! – ladró de nuevo. – pero ella no se inmutaba, sabía que los polis no vendrían, a esta hora no... solo trabajan de noche... son las cuatro...
Porque tú eres, el ángel que quiero yo.
Ha dejado de cantar... ¡no!... he sido yo quien se ha alejado de su casa... la canción me ha dañado hasta el espíritu... ¿donde estas Chika?... ¿porque te fuiste?...


Ahora me encuentro en mi refugio... no tengo hambre... tengo frío... voy a soñar... soñaré que la encuentro... soñaré que sus manos me acarician... soñaré por un beso.


¡Déjalo Eneas! – señaló una dulce voz. - ¡lo vas a matar!. – ¡se lo merece el hijo de puta!, ¡Mira como me dejó! – rugió enrabiado. - ¡ eso te pasó por molestarlo! – volvía a hablar. - ¡no te metai Chika sino queris que te saque la cresta a vos! – volvió a rugir. - ¡entonces pégame! – dijo, al mismo tiempo que sus manos me rodeaban. - ¡no me provoquí! – dijo casi tartamudeando y es que no quería encontrarse con la Chika... por lo menos aún no.
En el barrio, ellos eran los que más se distinguían por sus hechos. Él, un delincuente de primera, sin valores, sin formación, viviendo su propia ley, se decía a si mismo ¡yo soy Dios!. Inversamente, ella era dulce e inocente, sublime y honesta, espontánea e inteligente, era un verdadero ángel caído del paraíso. Entretanto uno era abominado y temido por todos, ella era querida. Mientras él era un agitador, ella era perfecta, mientras él me pegaba hasta enajenarse, ella me resguardaba y guarecía con sus caricias. Desde esa fecha fuimos uno... han pasado tres años... y ahora no estas... te has ido... me dejaste.


Por las mañanas la seguía al cole, la veía reír, la escuchaba conversar, la observaba a veces llorar... ella también me divisaba... una vez me sonrió... sólo una vez... generalmente me retaba... se reían de mí... sus compinches me humillaban... ella se ruborizaba... ¡no lo conozco! – comentaba - ¡no sé porque me atosiga!... ahora que profundizo, creo que no le interesé nunca... una razón mas para dejarme... no le importó que yo permaneciera en el cole... con chaparrón, cellisca, céfiro o el espeluznante sol... siempre la esperé... ¿porqué me protegió?... ¡hola idiota! – una bocanada de sangre comenzó a emerger de mi interior mientras un agudo ramalazo paralizaba mi cuerpo... alguien se reía... sólo escuché unas palabras antes de caer inconsciente al empedrado... ¡ya no está la Chika para protegerte!...


Han pasado tres años y seis meses desde que se marchó lejos de este lugar... aún las heridas no han cicatrizado de la tunda que me proporcionó el Eneas... mi ojo izquierdo no se abre, veo todo en blanco, creo que lo perdí... me siento canijo... la multitud me divisa... algunos se apiadan de mí y me dan agua y comida... la mayoría me reta, se espantan, me excluyen, me lapidan y me infaman... sólo la Estercita me ha socorrido... ella y la madre de la Chika... sino ya hubiera estado extinto... ¿qué te hicieron Dios mío?. – dijo la madre de la Chika quién fue la que me encontró tirado y ya entregado a mi destino. -¿Quién te hizo esto?. – estaba gimiendo. – fue el Eneas. – dijo la Estercita. – lo machacó a garrotazos y se fue.- señalaba melancólicamente. – pero el hijo de puta está en la cárcel. – expresaba ahora de manera resuelta. – yo lo denuncié. – veía como se engrandecía. – ¡no podemos dejarlo aquí!. – indicó la madre - ¡si tan sólo estuviera la Chika aquí!...


La muy ingrata nunca volvió... han pasado ya seis años... su madre llora por las noches, mientras afirma que son los sacrificios inevitables para que se pueda educar. Perdí mi ojo izquierdo... la Estercita me colocó un parche para que no se viera tan feo... “el tuerto”... así me dicen... mis piernas a veces no me responden y frecuentemente cojeo. Otro testigo de esa somanta inolvidable... vivo en la casa de la Estercita y ya me acostumbré a sus cantilenas... ¿me preguntas si me acuerdo de ella?... a veces, creo tener algunos recuerdos... su madre está enferma... cáncer al estómago dijo el especialista... pero ella no viene... dice que el estudio le abarca todo el tiempo... en el verano trabaja... a veces la llama... cuando necesita dinero.
Se fue de gira de estudio a Colombia... otros dicen que trabaja con los narcos... su madre ha muerto... creo que de pena y no por su martirio físico... ella no vino... la odié por primera vez... al ver a su madre sufriendo... ¡no se lo merecía! – había mencionado la Estercita. - ¡ no esa muerte!... los días continuaron pasando uno tras otro... yo, cada vez más viejo... una madrugada... mientras lloviznaba con mucha asiduidad un ruido perturbó el mutismo... ¡vieja de mierda! ¡Te voy a sacar la cresta! – bramaba una furiosa voz... un hacha se incrustó en la cabeza de la Estercita... vi su sangre caer mientras me encubría en el armario... ¡no eres mas que un bulto inmundo! – gritaba a locas mientras seguía con su hacha fragmentando su cuerpo... ella no alcanzó ni a gritar, ni siquiera un auxilio... no fui capaz de ayudarla, las piernas no me respondieron... un relámpago iluminó la fisonomía del homicida... sus ojos no me vieron... pero yo lo reconocí de inmediato... a pesar de la barbilla y de una cicatriz en su lóbulo izquierdo, sus ojos no cambiaron... a pesar de los años era el mismo... el mismo rebelde... ahora asesino.


Me fui de la ciudad sin ningún rumbo fijo, quería huir de aquel lugar, de todos mis recuerdos. Pero estoy veterano y no logro desplazarme muy lejos... una semana sin comer... ¡se acabó!, ¡Hasta aquí llego!... me encuentro botado al lado de la autopista esperando el desenlace... esperando a la muerte... comienza a llover... son las lágrimas de la Estercita... son las lágrimas de la madre de la Chika... son mis lágrimas... son todas ellas que se combinan con la granizada... un coche se detiene... una mano se posa en mi cuello... ¿qué haces?, ¡Deja a esa bestia tranquila! – dijo un hombre. - ¡cállate estúpido! – contestó una voz que antes fue familiar y atrayente y ahora sólo conocida. ¿Conoces esto? – dijo el hombre señalándome. - ¡Sí! – contestó. – mientras una última partícula caía sobre mi semblante, trato de abrir con gran ardor mi ojo derecho para ver por última vez, pero no alcanzo... el tren está partiendo y yo estoy sentado en uno de sus vagones... ¡adiós!... ¿nos vamos?... déjalo, esta muerto. – dijo el tipo. - ¿porqué lloras?. – dijo un poco inquieto. - ¡porque era mi perro! .
























LA LIBERTAD.

























una mañana...
... una noche...
para el esclavo no existe el día.

a todos los esclavos de la vida.



















Había sido un mes desastroso en todo el sentido de la palabra. Se sentía perturbada y ya estaba asomándose los indicios de una futura depresión. Debía actuar, salir de su catarsis, dejar su pasividad y volver nuevamente a la realidad. Pero los intentos sólo se quedaron en eso, intentos. No había posibilidades de cambio por el momento, parece que aún no llegaba al final del abismo por lo que seguía en su estrepitosa caída libre. Esa mañana como si fuera una avizora de su futuro, concurrían a ella los asomos de su emergente e incipiente locura. Envuelta en deudas e hipotecas con un proceso judicial de por medio y la posibilidad cada vez más concreta de que su hijo entrara a la universidad, su mente ideaba mil artificios por día buscando soluciones para todas sus interrogantes, pero nada era brillante sus ideas se encontraban llenas de inverosímiles y quimeras sin resultados posibles a realizar. Todo esto fue trastocando su físico. La mente perturbada hace tiempo era ahora acompañada en su camino a la perdición por su cuerpo. “te ves horrible” – sentenciaba una compañera de trabajo -. Ella... ella ya no se veía. ¡Gladis!, ¿Porqué no te tomas unas vacaciones? – era su jefe que le hablaba en ese momento. ¡ No las necesito! – dijo casi instintivamente sintiendo que había sido una ofensa el comentario que le hizo su jefe y repitiéndose mentalmente ¡no las necesito!, me siento bien, ellos están mal. - ¡Gladis!... creo que no me entendió, está despedida. No hay recuerdos concretos de su situación tras abandonar el despacho de su jefe, se encontraba deambulando por la metrópoli sin reconocer rostros, calles o edificios, al parecer se había terminado de formar la burbuja y ella se encontraba por fin dentro de ella y no estaba dispuesta a salir por nada del mundo, dos pasos más y después una caída.

Cuando hice aquel viaje a Chiloé con mi madre tenía diecisiete años, y ella treinta y dos. Recién había salido de cuarto medio y a pocos días de mi nueva vida... nos vamos al campo necesito aire fresco.- me dijo mi madre que a esas alturas parecía más bien una persona desconocida. - ¡no puedo ir debo dar la PSU!- dije tajantemente y de manera mas bien autoritaria aprovechándome de la debilidad de mi madre. - ¡tú te vienes conmigo! – y se fue. Me encuentro ahora rumbo a Quemchi, accedí a venir mas bien por lástima que por obedecerla. Mi madre se había casado muy joven estando embarazada de mí, y a los tres años se divorció, por lo que apenas tuve una relación con mi padre, era hijo único y siempre estuve muy ligado a mi madre, ella era todo para mí, lo que no quiere decir que fuera un niño mimado, o amanerado, todo lo contrario, por entonces ya me atraía el sexo opuesto como el anciano que espera impacientemente el día de pago o el marino que no halla la hora de regresar a casa, siempre estaba pensando en ellas aunque no había tenido ninguna experiencia y, por supuesto, no paraba de juguetear a todas horas.
Mi madre no quería ir sola a descansar jamás le ha gustado la soledad, y como no tenía con quien ir, pues de hecho no había vuelto a tener pareja estable desde su divorcio, fuimos los dos juntos.
Llegamos el viernes por la tarde al hotel, fue un viaje interminable y yo sólo quería descansar. La sorpresa de mi vida fue que sólo había una cama de matrimonio, fue lo único que consiguió porque estaba repleto el hotel, circunstancia a la que mi madre no dio importancia, dijo que ya nos arreglaríamos, pero a mí me incomodó bastante, ya que por entonces yo solía estar con mis fantasías continuamente y tenía miedo de que me descubriera. Sin embargo, lo que más me preocupó fue el ver que la habitación, que era de diseño mas bien arcaico, tenía la ducha en un extremo de la habitación, sin puerta y con una mampara translúcida, lo cual me obligaría a desnudarme en medio de la habitación. Por otra parte me daría la posibilidad de ver a mi madre desnuda a través del cristal, lo que a pesar de todo me excitaba enormemente.
No sería la primera vez que viera desnuda a mi madre. Hasta los nueve años, nos duchábamos juntos con frecuencia, pero cuando cumplí esa edad y ella vio que empezaba a tener pequeñas erecciones en la ducha decidió dar por terminadas nuestras duchas en conjunto diciendo que ya me estaba haciendo un hombrecito, por lo que desde entonces no la había vuelto a ver desnuda, aunque si en ropa interior, pues no se ocultaba y a veces se paseaba así por la casa cuando se cambiaba de ropa.
Una vez en el hotel decidimos cambiarnos para dar un paseo en lancha por la costa y cenar. Mi madre se quitó la ropa con toda naturalidad dejando ver un conjunto de ropa interior negro muy ajustado y que dejaba libre la mayor parte del anverso y del reverso de esta electrizante calcomanía, lo que provocó un leve temblor en mi organismo.
A la vuelta, bastante tarde y algo cansados, llegaba el momento que yo estaba temiendo desde que vi la habitación, aunque también en cierto modo ansiaba, pues mi madre decidió que pasáramos a la ducha para dormir mas relajados.
- ¡Gabriel!, dúchate tú primero - dijo, y entonces reparó en como era la ducha -¡mira!, ¿te has fijado que ducha mas original?, está en medio de la habitación - pero no le dio mas importancia.
Me desvestí, quedándome solo con los calzoncillos, y me acerqué a la ducha, sin atreverme a desnudarme, así que empecé a perder el tiempo cepillándome los dientes, peinándome, etc. Mi madre se debió dar cuenta de que estaba incómodo porque entonces me dijo.
- Oye, si te da vergüenza que te vea el culo me lo dices y me doy la vuelta, pero no va a ser la primera vez que lo vea, así que métete de una vez en la ducha - dijo mientras empezaba a desvestirse.
Hice lo que me decía, aunque no me atreví a pedirle que se diera la vuelta. Me desnudé y me metí en la ducha, entonces vi como ella se acercaba al lavabo que estaba a dos pasos de mí y se desmaquillaba. La excitación me provocó una tremenda erección que trataba de disimular poniéndome de espaldas a ella. En ese estado no podía salir, tirándome un buen rato bajo el agua. Ella se empezó a impacientar y dijo que saliera de una vez, entonces reparé en la situación, en que era mi madre, y estaba un poquito loca, y volví a mi estado normal, saliendo de la ducha, aunque sin intentar ya ocultar nada. Me terminé de secar, me puse un pijama corto y me metí en la cama.
Era su turno, tenía claro que me pediría que me diera la vuelta, pero no lo hizo. Dándome la espalda en todo momento se desabrochó el sujetador y se bajó las bragas con toda la naturalidad como si fuera un ritual ancestral que debía desempeñar a la perfección, sin dejar de hablarme y dándose a veces la vuelta mirándome a la cara, por lo que tenía conciencia que yo la estaba observando detenidamente. Tenía una dimensión posterior inferior bastante abundante pero bien definida, unas anchas caderas, y un color de piel bien sonrosado.

A esas alturas ya nada le importaba... estaba decidida a terminar con su sufrimiento... una idea asediaba constantemente por su cabeza y ese fue el motivo de este repentino viaje... ¡debo morir! Y como era consciente de su maquiavélico plan decide realizarlo muy lejos de su hogar, donde nadie la conozca, donde pueda ser libre al fin. Sin embargo, su hijo Gabriel la atormentaba... ¿me deseará?... ¡por Dios!... que cosas estoy pensando.
- Hijo, parece que es la primera vez que ves un trasero - dijo al ver mi mirada clavada en su cuerpo -. Si lo llego a saber te digo que no mires, aunque mas vale que te vayas acostumbrando, porque ya ves como es esta habitación. Además no tiene importancia, al fin y al cabo soy tu madre -siguió mientras se metía en la cabina.
Estaba muy cansado pero mi erección fue portentosa. Mi excitación al verla debajo del agua adivinando su cuerpo, que se mantenía perfecto, iba en aumento. Observaba la forma de esas cumbres y mi mente la asociaba a la materia de geografía, intuía su bajo vientre a través del cristal y sin darme cuenta empecé a juguetear sin poder controlarme.
Salió de la ducha tapándose con la toalla y se sentó en la cama para terminar de secarse dándome la espalda, lo que me permitía ver el perfil del Aconcagua y el Everest como las apodé y el inicio de sus ancas. Finalmente se levantó se puso unas bragas limpias y una camiseta larga para dormir, me dio un beso en la frente sin llegar a adivinar lo que había estado haciendo al mirarla, apagó la luz y allí acabó todo por esa noche.

Espero que se duerma... que no haga ninguna locura... no lo olvides: ¡soy su madre!

El día siguiente fue agotador, visita a la ciudad, otro paseo en lancha, un revitalizador curanto, y todo lo demás. No fuimos al hotel ni siquiera para cambiarnos para ir a cenar, por lo que cuando llegamos estabamos destrozados, aunque habíamos disfrutado mucho y lo pasamos realmente bien.
Nuevamente se acercaba el momento que yo tanto había temido el día anterior, aunque me encontraba más relajado al comprobar la actitud de mi madre, por lo que me desnudé del todo y fui a cepillarme los dientes, aunque esta vez sin calzoncillos.

¡Hoy día se acaba todo!... por fin seré libre... Gabriel deberá entenderlo... ya es todo un hombre.

- Que alegría - dijo - veo que ya has dejado tus tontos pudores. Mira, para que veas lo natural que es vamos a hacer una cosa que hace mucho no lo hacemos, nos vamos a duchar juntos, ¿te parece?
- Bueno - dije con una voz entrecortada.
Claro que me apetecía pero pensaba que no podría controlarme y suponía que ella ya no encontraría tan natural que tuviera una erección.
- ¡Pues vamos! - dijo desabrochándose el sujetador aunque ya de frente a mí, y a continuación bajándose las braguitas.
Había comenzado a llover, y ahora la tenía ante mí en todo su esplendor. Sus pechos eran grandes aunque firmes, su pubis, pequeño, se adivinaba tras su vello, que estaba muy bien cuidado, solo tenía pelo encima del monte de venus, por lo que se podía adivinar su sonrosada entrada. Era la primera mujer que veía desnuda, y era una maravilla, pero también era mi madre y lo sabía, lo que hizo que pudiera controlarme y mantener mi nido en estado de relajación para mi alivio.
- ¡Gabriel!, puedes mirarme todo lo que quieras que seguro que te gusta - Su comentario me inhibió un poco y bajé la cabeza, pero ella me levantó de la barbilla y añadió - que ayer bien que mirabas mientras me desnudaba y me secaba, así que deja la timidez y mírame a la cara.
Así que se había dado cuenta de todo, aunque no parecía importarle, es más me estaba incitando a que mirara sin rubores y cara a cara. Sin duda le parecía algo natural.
Nos metimos en la ducha, que no era muy grande, por lo que estabamos bastante apretados, me dio la vuelta y comenzó a enjabonarme la espalda con mucha suavidad, bajó por mi trasero, mis muslos hasta llegar a las piernas. Mi nido empezaba a despertarse. Se dio la vuelta y me dijo - Ahora te toca a ti.
Empecé por los hombros, con muchísimo cuidado fui bajando por la espalda. Se dio cuenta y dijo que apretara más. - ¡Frota más fuerte que no me voy a desgastar! - Al llegar a la cintura mi mano se paró, no me atrevía a seguir. Ella cogió mi mano la plantó en medio de sus nalgas y añadió - El culito también hay que enjabonarlo, no te dé vergüenza.
Mi excitación iba en aumento ya no podía controlarme y tenía una erección considerable que ya no sabía como disimular, situación que enseguida apreció mi madre. Con lentitud llevé la mano a su pubis, enjaboné el poco vello que tenía y después bajé la mano. No lo podía creer, mi madre estaba fuera de sí. - Vamos no pares, que creías, que sólo te gusta a ti acariciarte - Volvía a sorprenderme, sabía mis aficiones, aunque lo disimulaba a la perfección - O es que piensas que ayer no vi como te masturbabas mientras me duchaba - Se había dado cuenta, aunque no había dicho nada - Y no te preocupes, que no me molesta, me halaga.
Me besó en la boca, apretó fuerte su pecho contra el mío.

¡Es tu hijo!... ¡no importa!... ¡ya nada importa!... Nos limpiamos los dos, nos secamos y fuimos a la cama.

Lo que acaba de ocurrir - dijo cogiéndome la mano - has de considerarlo como un regalo por tu graduación. Llevo viendo tiempo como has crecido, como te iba llamando la atención el sexo, y quería que lo conocieras. Es algo natural, pero no lo es tanto que lo hagan madre e hijo, por lo que esto no volverá a ocurrir, y no quiero que volvamos a comentarlo nunca. Además - confesó - he disfrutado mucho, debes saber que desde que me divorcié no había vuelto a estar con un hombre, y me ha encantado. Creo que serás un buen amante.
Me besó en la boca por última vez y apagó la luz.

La oscuridad era absoluta, ante ella se encontraba una oportunidad que no estaba planificada, pero era su hijo, por mucho que dijeran que estaba loca aún podía diferenciar lo correcto de lo grotesco. La lluvia caía suavemente sobre su cuerpo, mientras el mar que cada vez se agitaba más y más como percibiendo alguna desgracia se encontraba cada vez más cerca de esta locura. No supo como llegó a la cima del cerro, se encontraba completamente desnuda y empapada por la ahora frenética llovizna, su hijo dormía placenteramente y ella por fin alcanzaría la libertad, por fin sería libre. Un largo salto hacia el infinito y extiende sus manos como si fueran alas tratando de abrazar su libertad que le daba la bienvenida mientras descendía en caída libre por la quebrada.



























EL ALA ROTA.






























Y le preguntó: ¿qué quieres de mí?
¡quiero recibir la vista!

Para mi amiga toya con cariño.












Una vez más, me siento sola. Estoy sentada en la berma de mi locura, esperando algo de la vida y creyendo que en algún lugar del universo, por alguna aurora boreal o el destino, alguien extienda sus manos y me rescate de mi inmolación. ¡Así que esto es lo que llamas tristeza!; un cansancio sería un alivio y sin embargo, tu sigues ahí como si nada me sucediera... me exilias en un pueblo olvidado, llenas de neblina aún mi caminar, como si fuera un tesoro prohibido me ocultas en el silencio del olvido donde solo escucho tu voz, esa voz que hiela el alma y que me asusta. A lo lejos escucho el caminar de una persona, ¿alguien viene a rescatarme?, y de nuevo el silencio y otra vez la locura, la tristeza y el desaliento, sólo era un espejismo. Deseo ser libre, recorrer el universo, volar como ningún elefante lo ha hecho, nadar como ningún murciélago lo ha logrado, correr como ninguna ballena lo ha conseguido, necesito escapar, necesito que me ayuden. Tú también fuiste en un tiempo esclavo. Hasta que recibiste tu carta de libertad, ahora soy tu prisionera, pero tú no eres mi amo, en el fondo sé que soy libre, aunque me recuerdes mi esclavitud a cada momento... eras para mí la perla más preciosa, mi amante perfecto, ¿porqué te convertiste en un tirano?, ya no eres lo que anhelo .
Aquí estoy otra vez en el muro que me has impuesto, sin embargo, me alegro al saber que no soy la única que has retenido. El sol ilumina también a los desvalidos y lentamente se inclina ante los poderosos. La esperanza renace con cada uno de sus rayos que son para mí como un avizor de una futura alegría, como si fuera una planta, aunque sea la más pequeña del mundo, capto tus rayos y comienzo a sentir como esa fotosíntesis comienza a vivir en mi interior, no produciéndome oxígeno, sino ilusión, en vez de dióxido de carbono produce pasión, una pasión que proyecta mi esperanza, seré libre... algún día, seré libre. Llega el crepúsculo. La jornada va a menoscabar. Los recuerdos vienen a mi memoria. No sé si serán auténticos o son frutos de mi otra vida. No lo sé y ya no importa. Recuerdo ese pueblo olvidado: Guarilihue, no lo reconozco de otros lugares, ¿será un desierto?, ¿o un lugar de las montañas?, ¿un paisaje costero?, ¿o una fotografía de un valle central?, no lo sé y lo que es más curioso, ¿habrá existido?, ¿o lo he inventado?... también pienso en ti muy fugazmente, como si fueras algún protagonista de una novela romántica, o algún héroe de Homero o un vagabundo de un lugar desconocido y a pesar de no saber de donde te conozco te recuerdo. A veces sueño con que te voy a ver mañana y me rescatas de mi oscuridad y me subo en tu lomo mientras abres tus alas rumbo al infinito; que sabré al fin si existió alguna vez Guarilihue, que tendré la dicha de ver tu rostro que me lo imagino como el de un demonio. Los ángeles no me agradan, tienen un toque de rebelión en sus actos; te recuerdo, como recuerdo mi libertad, no es que no te quiera, es que te necesito.
Estoy derribada nuevamente por mi desgracia y escucho el clamor de los abatidos y pienso que ahora, la vida es una pesadilla de la cual anhelo despertar, guardarla en ese rinconcito del corazón que nadie conoce, en ese lugar donde ni siquiera Dios puede escudriñar. Veo a niños que lloran de hambre, a soldados que regresan de una guerra sin sentido, a jóvenes que se inyectan para escapar de otro mayor martirio y lo más que duele en mi alma, es contemplar a tantos que irradian felicidad, que hacen creer a todos que son felices, que son tan ingenuos que no se dan cuenta de su sufrimiento, que deciden quedarse ciegos para no ver las crueldades de la vida, que prefieren la sordera para no escuchar al que pide ayuda como yo, que no hablan para no ser castigados, que son paralíticos para no caminar por el camino de la justicia, a ellos les tengo lástima, porque ellos no viven, están muertos. Si hay alguien que me escuche, no me salve, más bien huya tan lejos donde la luz no venza a la oscuridad, donde no se escuche ni el sonido de un alfiler que caiga al piso. ¿Existirá un lugar así?. Ya casi no puedo ver porque me estoy contagiando con esta gente que se cree feliz. En mi corazón aún late el deseo de liberación. Escucho a uno de esos que habla con uno de los niños: " no puedes nadar contra la corriente, porque no existe ninguna corriente..." Y no puedo más, ¿dónde estás héroe querido?, y salgo arrastrándome de ese lugar, llorando cristales de vidrio cubiertos de un hielo encarnado. Pienso que no puedo soportar más estos tormentos. Es momento de tomar una decisión; me doy cuenta que mi héroe no vendrá nunca, que si quiero escapar tendré que hacerlo sola, ¿acaso no estuviste siempre sola?.
Comienza a llover; es una lluvia muy copiosa. Es hora de irme. La lluvia me señala el camino, ya no veo, tampoco escucho y no hablo, pero ella me señala mi salvación; me arrastro por las calles cual serpiente en período de caza, esta lluvia limpia mi alma. Siento como lava mi cuerpo de todas las inmundicias impregnadas con el correr de los años; me siento especial, siento un leve cosquilleo en mi espalda ¿serán unas incipientes alas?... como me gustaría que estuvieras aquí para que sintieras esta sensación tan magnífica, ya no hay dolor, ya no hay tristeza. Yo sé que me miras, siempre supe que eras uno de aquellos. Debes ver entonces mi dicha, la muestran el brillo de mis ojos y mi creciente sonrisa, ya no pienso en Guarilihue, ni en ti, ni siquiera en el motivo por el que sufría; se lo debo todo a la lluvia, que ha sido mi mejor amiga; ya escucho el eco de la libertad, es como ese maravilloso sonido que es el completo silencio. Siento que las fuerzas regresan a mí, puedo contemplar por primera vez la realidad ¿quien dijo que la luna era amarilla?. La vida no es más que un paso a un mejor lugar, a un lugar sin límites como lo anunciaba Donoso, a un eterno resplandor de una mente sin recuerdos.
Es de noche y la lluvia sigue limpiando mi cuerpo. Ya no percibo mi tristeza, por primera vez soy libre. Si es que aún me ves no dejes de recordar este momento, el momento de mi libertad, el momento en que emprendo mi vuelo. No tengo idea hacia donde me lleva, pero cualquier lugar es mejor que esto. He llegado a la conclusión que la libertad no es un derecho sino un privilegio.

“Inexplicablemente una mujer cae por la quebrada Andalién, lo más curioso es que al rescatar el cuerpo ya sin vida y cubierto de barro por la incesante lluvia que cae desde hoy en la mañana en esta región, fue descubrir la expresión de su rostro, que no denotaba ninguna señal de preocupación, al contrario cualquiera diría que ha sido libertada... este es el informe en directo para ZNN, adelante estudio.”


























¿NARANJA O LIMON?



























no nos damos cuenta que hemos tocado fondo
hasta que nos vemos rodeado de fango.
para patty.











- ¿naranja o limón?...
Varias veces cayó la propuesta desde el mutismo de la clase. Pero él no respondía. Ojeaba de un lugar a otro, fisgando, extrayendo de su mente monólogos incomprensibles.
- ¡señorita Depaoli!, ¿Podría trabajar? – era el profe.
- ¡Si!... ¡maldición!, ¡no te pongas roja!... ¡no te pongas roja!
Ya habían entregado la guía de clase, y él trabajaba aceleradamente ¿se tendrá que ir?. Afuera, un perro jugaba con un pedazo de papel de diario. Y en esta sala asomaban -despojados de su secreto- personas aplicadas y divertidas, simpáticas, algunas vanidosas, engreídas, otros haraganes, y otros perdidos en sus pensamientos, un poco autistas, un poco soberbios, como él. Presenciando la exposición, estaba “ella” con la mirada persuasiva y en posición de “contémplenme”, una blusa rosa muy apretada y un collar hermoso ¿de dónde lo sacó?, le daba vida a ese cuello tosco y acortado, sobre unos hombros finos y un cuerpo de modelaje ¿porqué existe gente así?. Visitados por el sol mentiroso de mayo, el resto no hacía otra cosa que contemplarla. Ellos, mirando con el ojo libidinoso soñaban aventuras y proezas inverosímiles con su figura, ellas, la llevaban al patíbulo, la fusilaban con comentarios grotescos y poco ortodoxos, incluso yo. Él la ignoraba. Con el lápiz jugueteaba con su naciente barbilla, se encontraba en su mundo. Miraba, pero no observaba al resto que disfrutaba el no hacer nada, nada más que mirar a “esa”. Oía, pero no escuchaba los comentarios de doble sentido de ellos, al profesor que sólo le hablaba a ella (¡profe!, Nosotros también somos parte de la clase), el lenguaje venenoso de nosotras y la sonrisa hermosa pero “hipócrita” de ella. Él simplemente miraba su reloj, escuchaba sus pensamientos, un leve suspiro, y volvía a su mundo.
Dieron las cinco. La clase se había terminado. Sólo quedaron el sin fin de palabras que circulaban por el cuarto, ya no quedaba el aroma de esa fragancia francesa que usaba ella. El aire se hizo más fresco, aligerado de transpiraciones, palabrotas, crujidos de puertas, la voz ronca del profesor. A esa hora una tenue lluvia caía por nuestros cuerpos, era hora de dejar el día intelectual para volver al abrigo doméstico.


Se vestía como cualquier chico de su edad, queriendo evitar llamar la atención, caminaba rápidamente como si estuviera atrasado ¿qué es lo que hacía?. Ella, por otro lado, conversaba con el profe sobre la clase. ¡Algo pasó!, por primera vez, ella se percató de su presencia mientras pasaba velozmente por su lado.
Contrariando su apariencia de no involucrarse con nadie, no puede menos que contemplar a esa persona que pasó raudamente sin mirarla, está enojada, lo advierto a través de su mirada, por primera vez alguien no la contemplaba. Las hojas del otoño revelaban su actual predominio. Un viento joven que avisaba una futura tormenta jugaba con su pelo, su mente trabajaba a mil por horas, se quedó sola, clavada en esa posición sin hacer el menor movimiento. ¡no sabes lo estúpida que te ves!. Cuando llegué a mi casa ya era de noche, la casa estaba más próxima al paraíso tras un día desgastador. Un último recuerdo vino a mi frágil memoria ¡naranja! – me dijo él – le pasé una golosina sabor naranja, acaricio levemente la punta de sus dedos, él la recibe, tengo la impresión que sonríe, y dice ¡gracias! para volver a su mundo."
Esa noche dormí tranquilamente, esperando otro día de clases.


Él, que venía llegando, hizo gestos extraños, tirando su cuaderno y corriendo hacia donde estoy. Miro a los lados, no veía ningún peligro, ¿no sé interpretar un gesto?, él ya está cerca de mí y no sé que decirle. ¡Salúdalo!... ¡no!, mejor le preguntas por la materia. ¡Sí!, así pensará que eres inteligente... muy bien...
Pasa por el lado mío sin mirarme, lo que es normal, y continúa corriendo. Se detiene, hay alguien que está en el suelo ¿cómo no lo vi? ¿Quién será?. Corro hasta llegar al tumulto que se ha formado. Mis compañeros no hablan sino chillan como cotorras, mis compañeras están muertas de la risa, una risa enfermiza, una risa despiadada. Me abro paso por entre la multitud para contemplar la escena que mis compañeros creen sorprendente y ellas cómicas. Hay una persona en el piso y otra que la está socorriendo. Trato de acercarme más para ver sus rostros. No puedo dar un paso más, en el piso estaba recostada ella, ¡agonizando ojalá!, pero quién la estaba ayudando era él. ¿porqué?, ¿Porqué saliste de tu mundo?, ¿Porqué la ayudas?. Ella, ya ha cobrado el conocimiento, y se deja dominar por su salvador, lo abraza y veo en sus ojos una sonrisa diabólica. ¡Lo inventaste todo perra!...
Él, conversaba animosamente mientras permitía que ella rodeara su cuerpo, ¡esto es una pesadilla!... ¡Por favor!, ¡Regresa a tu mundo!. Lentamente se incorporaba apoyándose descaradamente en él. Como el caballero que suponía que era, la llevó a la enfermería. Ninguno de los dos volvió a clases ese día.
En la noche soñé con ella. Vi sus ojos y supe de inmediato sus intenciones ¿pretendes sacarlo de su mundo? ¿Quieres que te contemple como los demás?. Soñé que ella estaba muerta. Yacía en la camilla de la enfermería, su rostro escuálido denotaba un gran secreto: era un demonio.


La materia a estudiar creció lentamente perdiendo interés. Cuando anunciaron el certamen me acordé de ellas y de lo poco que sabía. Los días que siguieron al incidente fueron de un análisis minucioso. Ella, claramente se hizo la victima y conversaba ahora con esa tropa de babosos sobre su “lamentable accidente”. Veía en sus ojos y en esa sonrisa maquiavélica la confirmación de mis interrogantes: ¡está de casería!. Sin embargo, él volvió nuevamente a su rutina, felizmente regresó a su mundo, un mundo del cual yo participaba levemente a través de mis golosinas de naranja, claramente lo que ocurrió no afectó en mayor medida sus pensamientos.
Confusa ante esta postura, ella, no podía explicar que no la tomara en cuenta como sus compañeros. Sus mejillas rojas por la indignación, y sus labios fruncidos, su mirada aniquiladora puesta en él, con actitudes nunca vistas en ella, algunos gestos, hablar fuerte, toser, salir varias veces de la sala, jugar con el lápiz, un cuaderno que se cae, demostración de “saber la materia”, en fin, en fin, en fin. Pero nada, él seguía en su neblina. ¿naranja? - le pregunto muy suavemente, él detiene su accionar y me mira... ¡sonríe!, ¡naranja!... le entrego mi golosina y toco nuevamente su mano ¡gracias! y vuelve a su estado de reflexión, a su mundo impenetrable. Siento que soy observada, era ella, había observado toda la escena y estaba furiosa, la miro a los ojos y sonrío ¡aprende perra! ¡Aprende!. Su mirada denotaba una furia reprimida que acentuaba el rojo de sus mejillas. Él continuaba en su mundo, sin enterarse de ese juego cruzado y endemoniado de miradas que surgían en torno a él. No podía explicar esa extraña sensación que tenía en su interior pero me sentía feliz, de alguna forma había logrado herir el orgullo de “esa” y sin lugar a dudas dicha situación me excitaba. ¿Cómo se atreve a mirarme así?, si es sólo una sabandija, ¿es que acaso quiere enfrentarme?... ¡no sabes en lo que te metes mujercita!... y ese gusano, ¿quién se cree que es?, ¿Porqué no me mira?... ya verán los dos, ya verán. Aligerado de un peso en las sienes, se levantó con sorprendente celeridad. Ambas lo seguimos con la vista hasta que ya no logramos percibirle, se fue sin dejar rastro, sin ninguna huella que lo delate. El cielo azul se vuelve sombrío, la luz se va escondiendo entre la niebla, es mayo, y el tiempo no se detiene a dar alguna respuesta, ¿adonde fuiste? .
Él, no se sentía bien. Al salir de la sala y mirarse en una ventana se vio congestionado. Se dirigió a la biblioteca donde lo esperaban hombres de letras, algunos poetas, unos compañeros del taller de narrativa y un publicista, para disponer la edición de su antología. Todo había sido inútil. Sus compañeros abandonaron el proyecto por encontrarlo “poco serio”, al compás del sonido de la lluvia que caía copiosamente su corazón se iba desmoronando. Se despidieron y le dejaron solo. ¡No estás sólo!... aquí estoy con mi golosina... ¡déjame entrar en tu mundo!. Pensaba en las incógnitas de la letra escrita, en esos cabos sombríos que se vinculan y desligan sobre las anchas hojas talladas de ponderaciones, enlazando y desenlazando obligaciones, convenios, coaliciones, pruebas, confesiones, denominaciones, epígrafes, tiempos, dominios, bosques y pedruscos; una gran maleza de cursos, en que se enredaban las vidas de los hombres, detenidos por caminos desesperanzadores de la realidad; con el agua al cuello, que eran las normas que gobiernan nuestro mundo limpiando la “inmundicia” de la creatividad, de los sueños, de una realidad paralela. Este es su mundo, el mundo lóbrego que ha elegido, el mundo de sombras, el mundo de soledad, de autismo, de tristeza, de frustraciones y de competencia.
Hace rato que se había ido, sin embargo, todavía seguía asimilando mi descubrimiento ¡he descubierto su mundo!, lo malo era que “ella” también lo había hecho.


Transcurrieron meses de luto, ensombrecidos por un remordimiento cada vez mayor. Al principio, la idea de no contar con sus “amigos” para la realización de su proyecto no le afectó mayormente. Pero, poco a poco, las apetencias de otras opiniones fueron desplazadas por escepticismos progresivos, que llegaron al vapuleo. Cierto día, se ensangrentó la mente con un pensamiento desolador, sintiendo luego como la impotencia y las dudas se apoderaban de él, ¿y si no soy bueno? ¿y si no tengo talento?. Hablaba sólo a cada rato, repitiendo constantemente estas preguntas. No sabía que hacer, su situación me desesperaba dejándome en un estado de impotencia ¿cómo te ayudo?... ya no recibe mis golosinas, lo comprobé cuando me dejó hablando sola, ¿te pareció gracioso?, veía la satisfacción en ella. Fue entonces cuando el destino me abandonó, una tarde, mientras el frío se impregnaba en los huesos. Su estado era de in creciendo, cada día peor, cada vez más atrapado en su mundo. Pero, esa mañana volvió esa sonrisa inocente a su alicaído rostro, había llegado la hora de poner en práctica su plan maquiavélico y al parecer lo había logrado. ¡así que quieres que te contemple, puta!
En mis manos, la golosina de naranja cae perdiéndose entre esos pies sin dueños. Luego, las lluvias de julio revelan mi estado, ¡no vas a llorar!, ¡te lo prohíbo!. Y aquella loca compañera, con tacha de salvaje y mente sin neurona, pasa por el lado mío murmurando: "¡Desconfía de la modelo, caurita; Desconfía de esa risa satánica!" No había día en que no le dijera alguna estupidez a alguien. Pero ese comentario acabó por revelar mis pensamientos: ¡es un demonio!, sin importarme el que dirían, o como ella se reiría, huyo cobardemente con el alma destruida para unir mis lágrimas con la lluvia, para formar un sólo río, un río caudaloso, lloré amargamente.
Reaparecieron juntos al otro día. Llegaron como viejos amigos. Ya brillaban, muy claras, las habladurías de esto allá en el gran salón. Las grietas de mi alma se iban cerrando. El orgullo regresó con nuevas fuerzas. Ella, se transformó en su sombra. Él, muy contento por regresar a su mundo. Lo veo en sus ojos, veo esa pasión que admiraba. Me acerco, ella solía pasarse tardes enteras abrazándolo, pero ahora no estaba, en mi mano la golosina de naranja. ¿naranja? – le dije con un poco de rabia. Me mira y no responde ¿no me habrá entendido?... ¿naranja? – ahora fue lenta y tiernamente. Tras pensar un rato me mira a los ojos, ¡oh Dios mío! – ¿por si acaso no tienes una de limón?- me dijo mientras sonreía. ¿Limón?... ¡sí!, Si tengo... ¡gracias!. Pidió limón... algo no está bien... esto no está nada de bien.


Los rumores eran verdaderos. Cada noche se encontraban en un café céntrico de la ciudad. Al fin ella lo había conseguido. ¡Me ganó!.
Partieron a un Congreso en Santiago, por lo que supe era una convención sobre el misticismo en la literatura, ¡a lo mejor es su modelo!, ¿Habrá descubierto que es el mismo demonio?. Pero, a la sombra de las noches de otoño que cubrían el soportal interior de mi alma, me di cuenta que se conocían apenas. Ella, recurría a todos sus conocimientos para engatusarlo, para que se fijara en ella, para que la contemplara, para hacerlo su esclavo como los demás, para hacerle ver su gran error por no ennoblecerla como todos lo hacían con ella, era su capricho, su juguete, su nueva adquisición, pero él seguía siendo el mismo, no había nada más en su mundo que la literatura, ella era sólo una compañera con quien intercambiar opinión, nada más. ¡Gracias Dios mío!, ¡Renacen mis esperanzas!. El tiempo giraba en la brisa con el toque de mis oraciones. En el horizonte, las brisas anunciaban aguaceros reticentes, cuyas primeras gotas, vastas y harmoniosas, eran sorbidas por gente tan seca, como ella, que tenía corazón de cobre. Esa noche me encontré conmigo misma. Después de una semana alargada por su evidente ausencia, aliviada de ver a ese espectro y con la convicción de la seguridad, ambos regresaron a la ciudad. Ella, con una vestimenta nueva, se notaba que era muy cara aunque sin duda era horrible como su dueña y, como era costumbre, los babosos de mis compañeros la rodeaban en mil galanterías y palabras hermosas. Se redimían como si fueran sus esclavos, muy atentos a cumplir cualquier cosa que se le ocurriera, ¿porqué son tan estúpidos los hombres cuando están con una mujer?. Él, regresaba radiante, seguramente fue una semana estupenda, lo veo en sus ojos, están llenos de júbilo ¿qué pasó?. Comenzaba, para él, una vida nueva. Ahora participaba en clases, dejó su autismo a un lado para involucrarse con esos babosos, abandonó su mundo para vivir en este. Sin embargo, algo de su anterior vida quedaba todavía en su conciencia, no la contemplaba, la seguía viendo como una compañera, aunque todavía seguía prefiriendo las golosinas de limón.


Una noche, en uno de esos carretes después de mucho beber y marearse con unos papelillos, dejados por los babosos, “ella” tuvo la sensación extraña de que todo lo que tenía lo estaba perdiendo, se sintió vacía, por un momento abandonó su máscara para mirar su reflejo en el espejo, esa mujer pálida, triste y sin hermosura que vio la aterrorizaba... Era como la percepción remota de su otro yo. Como cuando se piensa, en una debilidad de trasnochada, que se puede ser feliz si en tu corazón no hay más que tristeza y dolor, anulando esos sentimientos y dejándose llevar por un simple capricho del pensamiento orgulloso que dice constantemente ¡soy feliz!. Fue una sacudida efímera, que no dejó la menor pisada en su ánimo, poco llevado, ahora, a la reflexión.
El día de su cumpleaños hubo una gran fiesta en su “mansión”, muchos cuicos, numerosos siúticos y también algunos de la prole entre ellos sus compañeros, fueron invitados a su evento, incluyéndome. Estaba alegre, al pensar que su plan había dejado de tener un valor irreal, y que tenía en sus manos, con todo lo que significaba, a esa persona que era su nueva marioneta. Llegaba al punto en que su mirada escrutadora dejaba de ser temible para quienes la complacieran e idolatraran ese día. Luego de embriagarse con vinos de “alto nivel ”, los babosos comenzaron a creer que tenían su minuto de confianza. Uno de ellos apagó las luces y el resto aprovechó para “correr manos” a rienda suelta en un estado de frenesí absoluto muy característico de esta época. Otro mas osado comenzó a atracar con una compañera la cual trataba por todos los medios posibles, que no eran muchos porque era muy raquítica, para zafarse de ese animal, fue tanta la calentura que hasta los siúticos comenzaron a participar en este jueguito, los gritos descomunales de ellos se perdían ante los alaridos de nosotras ¿dónde estás? ¡Por favor ayúdame!..., la banda de músicos ante esta confusión decidió largarse, y ella corrió escaleras arriba, no sin antes haber sido manoseada por algunos de estos sin nombres. Sodoma había regresado a la tierra. En ese estado de embriaguez donde se confunde realidad con ficción, donde son protagonistas de sus vidas, no estaban dispuestos a dejarse dominar, pelean entre ellos, como las hienas peleen por un poco de carne, se convirtieron en carroñeros. Nosotras sin protección, decidimos hacer justicia con nuestras propias manos, así que hombre que veíamos, era apaleado. De una elegante fiesta a una guerra de sexos. Sólo un sonido termino con este jolgorio. Fue un disparo al aire. Todos comprendimos que el juego se había acabado. Alguien prende las luces y vemos nítidamente a quien fue la persona que disparó acabando con la diversión. ¡Fue ella!. Bajó las escaleras convertida en una especie de loba herida, con la pistola en sus manos. El pánico comenzó a apoderarse de todos. Nos echó de su casa. Todos obedecimos por temor a la pistola más que a ella. Estando afuera alguien grita ¡feliz cumpleaños!, y todos nos largamos a reír, fue una risa diabólica, nos burlamos de ella, de su casa, de su dinero, por primera vez fuimos felices.


En un rincón de la sala se encontraba pensando. Algo pasó. Lo veo en sus ojos, ya no es el mismo, todavía tiene esa pasión pero ahora también hay un toque de pesimismo. Esa mañana no conversó con nadie, ¿habrá regresado a su mundo?, mis compañeros todavía comentaban esa famosa fiesta del fin de semana, por lo que su actitud era interpretada como: “Está triste porque no fue a la fiesta y se perdió el suceso del año”; ella no fue a clases, observo que llora ¿qué es lo que te pasa?, como nunca antes lo había visto se sumerge en su autismo. Ni siquiera el escuchar que los certámenes se corrieron para la otra semana lo sacó de su mutismo. Era una efigie. Un comentario de sobre la fiesta, nacido entre los babosos, levantó aplausos. No sé como pero de pronto comencé a sentirme mal. Su tristeza comenzó a invadir mi espíritu, esa alegría del triunfo en esa fiesta desaparecía ¿acaso sabrá lo que ocurrió?.
Muy enojada entró a la sala la profesora jefe. Nos reconvino por lo que ocurrió en la fiesta, él alza su cabeza sorprendido ¿no lo sabía?, y sale ruidosamente de la sala, la profesora alcanza a detenerlo en la puerta, lo está sermoneando, le dice que es un irrespetuoso, él escucha impacientemente, - profesora, yo no fui a la fiesta.- tras decir esas palabras se va, dejándonos a todos esperando una explicación, alguna respuesta. Algo me dice que sé a donde se dirige ¡va a la casa de la perra! ¡lo va a colocar en contra mía!. Esta revelación terminó por situarme en la desesperación. Ya no escuchaba a la profe, quién continuaba exacerbadamente hablándonos. Cierro mis ojos y sin darme cuenta comienzo a observar gracias a mi imaginación sus movimientos, su mente va generando mil preguntas, aún hay lágrimas en sus ojos, sin duda, se dirige a su casa, ¿con qué intención?. Observo partículas que se alejaron en las luces del crepúsculo, hacia las alturas que se pintaban en un mustio negro sobre el mar, esas partículas eran su sufrimiento, las lágrimas que derramó en mi presencia, intento acercarme a alguna de ellas para escudriñarla, para conocer porque sufre. No puedo verlas han subido ya demasiado en las alturas, intento enfocarme nuevamente en él pero ya no lo observo. De pronto hay alguien que llora amargamente en un rincón de algún lugar que parece conocido, me acerco para identificarla, sus gemidos me parten el alma, ¡no puede ser!, es ella la que solloza cual María Magdalena en ese rincón, es un llanto verdadero no está actuando. Abro los ojos, ¡oh Dios mío!... ¡ahora si que lo pierdo!.

La visita que le realizó fue inesperada para todos. Ella no quería ver a nadie, menos creía verlo a él. Se sentó gravemente a la cabecera de su cama, dejando caer al suelo los libros que había pedido antes en la biblioteca. Cuando lo vio, sus ojos se llenaron de esperanzas, “él no estuvo en la fiesta, no es como ellos”, se decía, secando con sus manos, esas amargas lágrimas de su corazón podrido. Antes que llegara estaba envuelta en sus pensamientos, esa figura que observó al verse reflejada la atormentaba, se dio cuenta que era basura, que no valía nada, que no era feliz, aunque ¿quién es realmente feliz en la vida?, se vio seca, muy sola, una persona detestable, se odió, pero se amaba, aún amaba su dinero, ese poder que tenía sobre los demás, amaba su hermosura, en fin, necesitaba definirse, necesitaba ayuda. Fue entonces cuando apareció. Lo vio como su Salvador, como ese ángel guardián que la cuidaría, se aborrecía por haberle hecho daño, por haber jugado con él, aunque él jamás dio indicios de sentirse perjudicado.
Después de hablar con palabras entrecortadas, sin dejar mostrar sus sentimientos, impidiendo que la ayudara, vuelve a llorar. El mundo de las ideas se iba despoblando. Lo que había sido, al principio, una insinuante esperanza de felicidad, de amor, y de rescate de su alma podrida, cobraba ahora la inmovilidad de un museo de figuras de cera. Se contentaba ahora con su presencia: “está aquí porque yo lo he ayudado en sus escritos, porque me ve como una persona crítica y nada más” se decía, aceptando poco creíble todo lo que dijera: “somos mejores que ellos”, "vas a ver como esto pasará", "eres una mujer fuerte", "tú eres la mejor", imaginaba como decía esas palabras las cuales la halagaban pero no creía. Sin embargo, no las dice. Observó de pronto esos libros que había dejado en el piso “el proceso”, “américa”, “meditaciones”,“la metamorfosis”, “el castillo”, ¡kafka!, piensa, ni siquiera sabe lo que me pasa, viene porque quiere hablar sobre literatura.
Poco a poco, “él” dejó de estudiarla, encontrándose con ese ser herido al frente suyo. Su mente se hizo clara, admitiendo tan sólo un concepto instintivo de las cosas. ¿Para qué pensar en lo sucedido, cuando la luz clara de la vida daba mayores detalles a las fortalezas del sufrimiento? Un hombre que muere sólo es otra etapa de la vida. Un sufrimiento no pasa de ser un sufrimiento. Si sabes que tu problema no tiene solución ¿de qué te preocupas?, o si sabes que tu problema tiene solución ¿de que te preocupas? Todo es relativo, deja que el tiempo se encargue de todo. Envuelto en estos pensamientos se olvidó de pronto de ella, quién se iba de su habitación. La claridad recobró su categoría de luz; la realidad fue análoga de esperanza; sus sentimientos eran nítidos.
Ya decidido, se levanta rápidamente, inquieto el corazón, había ido a llevar alegría en un corazón triste, y no obstante, se encontró consigo mismo. El recuerdo de la que llevaba sus comentarios críticos de literatura lo perseguía, lo atosigaba, como un dolor de muelas. Pero, al verla llorar se fijó por primera vez en ella y no en esa compañera artista. Cayó por última vez en las sábanas del infierno, renunciando para siempre a su autismo por su mundo privado, era momento de vivir la realidad de enfrentar la vida y sus consecuencias, llegó la hora de comenzar a cumplir sus sueños, es tiempo de que conozcan quién soy en verdad.
Corre hasta la puerta, ella está claramente sorprendida, de improviso la toma en sus brazos, ella no entiende que sucede, la lleva a su cama y la recuesta, ella se imagina que es igual que el resto, intenta una agresión, pero el ángel la esquiva, le sonríe, ¿que es lo que le pasa?, intenta buscar alguna respuesta, él se sienta y la observa. ¡Está loco! Pensaba, necesito escapar de aquí. Ya no llora, ya no existe esa pena, ahora tiene miedo, ¿miedo a qué?... ¡sus ojos!. Había algo en su mirada que la perturbaba pero no quería saber que era.


El silencio se volvió mortal. No podía ni siquiera gritar pidiendo ayuda. Él, seguía mirándola. La puerta está sin seguro, solo debía correr.
- ¡Espera! – dijo, mientras ya comenzaba ella a correr. - ¡por favor!, no te vayas.
La lógica le decía que huyera ahora que podía pero por algún motivo quería escuchar sus palabras, en el fondo aún tenía esperanzas. Da media vuelta y regresa nuevamente a la cama. Él, estaba parado dispuesto a correr si ella lo hacía.
Esa mañana en que contemplaba mentalmente los acontecimientos, dejó de ser la persona tímida que era, súbitamente, al contemplar el verdadero dolor de “ella” y las intenciones de “él”, surgía en su interior una fuerza que la asechaba. Salió de la sala como una flor convertida en un arbusto. De pronto se dio cuenta que estaba corriendo desesperadamente por la avenida. ¡no lo hagas!, hablaba con su conciencia, ¡por favor no lo hagas!. Los autos pasaban casi rozando su cuerpo. Luego, la lluvia comenzó a caer como la certeza de sus pensamientos, ¡lo amo!. Sin sentido del tiempo y de la ubicación, corría y corría por las calles, hablaba constantemente y lloraba. No podía creer que hubiera estado ciega tanto tiempo. Él ha estado siempre en su mente pero para ella sólo era una golosina de naranja.

- Escucha - dijo él – la vida está llena de sufrimiento, de dolores y de tormentos. Cuando crees que estás bien te das cuenta que has estado sola siempre, que las personas que te rodean no quieren saber nada de tí, que te muerden a críticas, que te despellejan con sus miradas, que se dedican a acabar con tu vida. Todo lo que te rodea no es mas que falsedad. El sol que tú ves es tan hipócrita como esos seres. Te ofrece luz y calor pero a la vez te fulmina con sus rayos ultravioletas, te demacra tu alma con su enfermedad, al igual que ellos. La tranquilidad que te otorga el dinero no es otra cosa que un pasaje directo a la mentira. Mientras tengas dinero vivirás rodeada de lujos y de falsedad, ellos harán lo que fuera para que tú seas feliz y tú serás un ser despreciable porque hieres a todos, cuando solo ellos quieren agradarte. ¿es eso justicia? ¿existe la justicia?... – su semblante ha cambiado radicalmente, sus ojos emanan seguridad, todo en él es seguridad. – la justicia es otra mentira como la paz. No he visto un justo desamparado... ¡por Dios!, ¿acaso están todos ciegos? Ninguno ve el sufrimiento de los demás, ninguno se preocupa por saber porque sufre el de al lado, si te hace reír es un buen amigo, pero si te cuenta un problema es un latoso. ¿Qué te pasa?..., sufres porque eres insoportable, porque nadie te quiere, porque nadie te respeta, porque sienten por ti envidia, y otros desean tu dinero. Nadie te quiere y sabes porqué... porque eres un demonio. Eres el ser más abominable de la tierra. ¿cuando te vas a sacar esa máscara?, ¿no te das cuenta que estás muerta?, ¿para qué vives si nadie quiere estar contigo?, tu capricho, tu vanidad, tu maldad, tu arrogancia no son mas que escudos para demostrar que eres superior a nosotros, cuando en realidad eres débil incluso eres más débil que cualquiera de nosotros porque nunca has sido como eres, siempre actuando bajo la máscara. Siempre con esa sonrisa estúpida. Sabes... yo venía a consolarte, venía a decirte que no te preocuparas por lo que pasó en la fiesta, pero veo que no mereces mi ayuda, te mereces todos los sufrimientos del mundo, no vales nada, nada
- ¿Y tú? – estaba herida en su orgullo. – tú no eres más que un gusano. ¿Piensas que alguien va leer la porquería que escribes?, no eres más que un fracasado, eres un autista de mierda, ¿quién te crees que eres para venir a insultarme a mi casa?. – se para e intenta agredirle.
- ¡Soy un fracasado! – le dijo mientras se alejaba de aquel lugar rumbo a la puerta, rumbo al escape de aquel lugar tormentoso. – pero tengo algo que tú nunca tendrás.
- Por favor si eres un muerto de hambre, yo puedo tener todo ¿me escuchas?, puedo tener todo.
- No lo dudo. Pero nunca tendrás amigos.
- ¡No los necesito!... ¡espera!... ¿Adónde vas?... ¡todavía no termino contigo!... eres un fracasado, ¿me escuchas? Un fracasado.

Siguió gritando aún por largo tiempo pero él ya no estaba. Cada palabra que emitía era como un látigo para el viento que circulaba en ese lugar, ese día la bestia venció al ángel.

Aquella mañana no paró de llover. Oyó cuchicheos en toda la casa y el almuerzo que le sirvieron fue demasiado para digerirlo en su estado de éxtasis. Se entretuvo mirando televisión, hasta que los recuerdos crecientes, de esas palabras que él dijo le hicieron mirar su alma. ¡no estoy muerta!, se decía ¡es un fracasado!. Tuvo ganas de llorar, pero en ese momento ninguna lágrima se asomaba ¿también me abandonan?.
Cada vez con menor fuerza murmuraba en su conciencia. ¿acaso no fue verdad lo que te dijo?. Por un momento, no supo que pensar. “él”, representaba el poderío que tenía sobre las demás personas, era su juguete, sin mí, él no existe. Sin embargo, lo respetaba porque fue el primero que no la sedujo, el primero que no cayó en sus pies, ¿alguna vez fue mi mascota? ; ella sabía que todos la envidiaban, pero, a pesar de saberlo, sus palabras fueron un verdadero garrote, había sido llevada sin su máscara al descubrimiento de su verdadero ser. “Él”, atrapado en su mundo, fue capaz de ver lo que ella nunca quiso saber. ¡soy un demonio! Y ahora si que las lágrimas caían por sus ojos. Lloró amargamente. Era la primera vez que lloraba de verdad.
Su mirada perdida entre los recuerdos, contempla en un instante de lucidez los libros que estaban en el piso. ¡sus libros!, y ahora lo contempla tal como es ¿será posible?, un pensamiento invade su cuerpo, toma sus libros, afuera llueve pero no importa, necesitaba verlo.

Cuando abandonó la casa su mente no dejaba de reprocharle su actitud, ¡como pudiste insultarla!, se decía: La vida no tenía encanto fuera de su presencia. Ni Dios, ni su padre, ni siquiera sus libros, eran tan importantes como ella. ¡me enamoré de un demonio!, una risa irónica salía de su boca, de todas las personas que existían en el mundo se enamoró de la más miserable y cruel de todas, ¡eres un fracasado!.
Andaba sin rumbo fijo por las calles. La lluvia cubría su figura en un escudo perfecto ¡llévate este amor!. No podía creer que su corazón venciera ante su inteligencia. Siempre fue un hombre de bajo perfil, un escudriñador de los libros. Siempre había estado inmerso en su mundo, un mundo que creó justamente para no sentir estos “estúpidos” sentimientos. ¿En qué momento te enamoraste de esa bestia?.
En días de lluvia, su mente recordaba siempre aquellos momentos dolorosos que había tenido. Siempre llegaba a la conclusión: ¡no voy a sufrir más! Y tras eso se encerraba con más fuerzas en su mundo. Su mundo era el mejor de todos. No existía forma alguna de tener sentimientos ajenos a su propósito: ser un escritor. Rayaba la locura, en su intento por aislarse cada vez más de sus semejantes. Sólo existían las personas que sabían literatura. El resto no las percibía. Así la conoció. Estaba destruido porque estaba solo en sus proyectos cuando apareció ella, llegó como una luz para iluminar su mundo. Sin embargo, sabía que no le interesaba la literatura, sabía que eso solo era un pretexto, pero dejé que las cosas siguieran su curso, y ahora, por estúpido, la insultas. Ella me necesitaba, su mente trataba de ayudarle para que saliera de su estado, ¡no! Yo la necesitaba. Por primera vez, no sabe que hacer, por primera vez está enamorado, por primera vez, destruye su mundo.

Cuando “él” adquirió conciencia que la amaba se dirigió rápidamente a su casa para consolarla por lo que había ocurrido en su fiesta. Una fiesta a la que no fue. Una fiesta que se perdió por que no podía verla a la cara, porque no quería terminar siendo un baboso como el resto; una fiesta a la que no fue porque quería olvidarla; adquirió conciencia de su maldad, la pudo ver tal como era y eso le aterró, ¡debes matar ese amor! Fue la conclusión que había sacado.

Cuando adquirió conciencia que lo amaba no dejaba de reprocharse. Ahora se imaginaba que estaba “él” en la pieza de esa, y esa perra comenzaba a inventar cosas para que él las creyera. ¡Maldición! Como fui tan estúpida. De vez en cuando, también, lo imaginaba a él abrazándola, el sólo pensarlo destruyó su alma ¿acaso está enamorado de ella?. ¡Eso es imposible!. Pero, ese pensamiento la atormentó hasta llegar a la casa de su enemiga. Él jamás se fijaría en un demonio, moviendo la cabeza, es como si un ángel prefiriera la muerte a la vida eterna, sea como fuere debía averiguarlo. Él es mío. Era lo único que sabía.
La lluvia caía como si estuviéramos en pleno diluvio. ¿Estará Noé por ahí?. Su mente no dejaba de atormentarla, si antes la odiaba porque todos la querían por su hermosura y por su dinero, ahora la odiaba porque se había convertido de alguna manera en su enemiga. Fue entonces cuando un rayo de luz iluminó su camino, esta revelación era insoportable, era una locura, si era verdad había que detenerla cuanto antes. ¡Ella lo ama!.
Era un golpe bajo, un golpe que no iba a tolerar, ¿cómo no te diste cuenta? Verdaderamente, eres una tonta; de pronto la vio, no es la misma arrogante que conocía, ahora sus ojos brillaban de felicidad aunque tenían un toque de preocupación. ¿Dónde está tu demonio?. En sus manos lleva unos libros. Se nota que ha salido como loca, porque ni siquiera lleva ropa de lluvia. ¡se ve hermosa!
- ¡Espera! –no escuchó.
Algo en su interior le decía que estaba perdida, que todo se había acabado. La siguió con la intención de decirle que él era suyo y de nadie más.


Felicidad, esperanza, paz, ilusión, amor. No podía resistir ante tales sentimientos. Ese hombre había logrado traer estas emociones que jamás las había sentido, era como si recién hubiera nacido. ¡Lo amo!. Corría, saltaba, hasta bailaba bajo la lluvia que caía como la ducha más agradable que haya tenido. Su vida ya no sería lo mismo. Era un ser totalmente renovado.

Entonces toma una decisión definitiva: ella nunca me va a perdonar y yo ya no puedo volver a mi mundo. Cerró los ojos que sólo divisaban gigantes nebulosas y penetró en un estado de paz, sin saberlo se encuentra en medio de la calle, lleno de tinieblas, esperando la muerte. ¡a nadie le importo!, soy un fracasado. Sus pasos se dirigen rumbo al acantilado. Si ella me odia yo me muero, y abre sus brazos como un Cristo crucificado y emprende el vuelo. Es una caída libre, un salto al vacío.
A muerto un hombre ¿otro fracasado?

Su felicidad era incontrolable. A pesar de eso, los recuerdos de esas horribles palabras que salieron de sus labios la angustiaron. ¡Él me odia!. Esta idea detiene su andar, se detiene su tranquilidad.
Las aves volvieron a ser esos pájaros asquerosos. Su vida volvió a ser la de antes, se volvió a colocar la máscara. El silencio se volvió emético, desapareció la alegría, se fue la luz de sus ojos. Había regresado el demonio.
Orgulloso y muy enojado por haber sido desplazado por esos sentimientos de paz, felicidad y amor. El demonio le iba a dar una lección para que supiera que con él nadie juega. Sí, primero la iba a ser sufrir, la iba a mortificar con sus pensamientos y después la convertiría en su esclava. Sería la mujer más despreciable de todas, pero a la vez sería la más perfecta y poderosa. Empapado en sus pensamientos, no advierte el peligro. ¿Qué haces mocosa?.
Una mujer muere, ¿a alguien le importa?.


Descontrolada por lo que acaba de ver, sale corriendo en cualquier dirección. La había seguido y ahora había visto como se lanzaba contra un auto ¡Dios mío!.
Ha sido mi culpa, se decía, ella no era un demonio.
¿Dónde estás?, No había ninguna señal de su amado.

¡Despierta! – una voz, ¿quién será?. - ¡despierta! Es una pesadilla.
¡Ha sido un sueño!, Todo había sido un sueño. Debo declararme, no voy a permitir que nada malo le pase. Sale de su casa, afuera la lluvia cae copiosamente, es un mal presagio. De pronto se da cuenta que no lleva su regalo, no lleva su golosina de naranja. Vuelve nuevamente a su casa a buscarla.

Un hombre muere solo y abandonado, una mujer renuncia a su pasado pero es demasiado tarde, una joven vive de sueños y nunca entra en la realidad, este es el mundo Carlitos, para que lo vayas conociendo.

- ¡Abuelito! – dijo Carlitos, no me contaste como termina la historia.
- Es que no sé como acaba. – se sienta en su cama y besa su frente.
- ¿Naranja o limón? – le muestra unas pastillas que hay en el velador.
- ¡Naranja Carlitos!, Naranja.
Abandona la pieza, mas triste que nunca, sólo la cuento por contarla, sólo vivo por vivir son sus pensamientos, en sus manos la golosina que le regaló su nieto ¡naranja!, ¡Nunca me ha gustado la naranja! y comienza a reír como nunca antes lo había hecho, siempre había estado insertado en su mundo, insertado en sus libros.



































CICUTA.



















vivimos dentro de un universo
que se encuentra inserto en otro universo
y que no es más que uno de los miles de
universos paralelos que existen...
¡ésta es la sencillez de la vida!
para álvaro.











La caravana se prolongaba silenciosamente cuan víbora acuática, y aceleradamente, sin detenerse a mirar atrás, rumbo a su destino. En algunos existía el cansancio del correr de esas horas tormentosas, sin llegar a tener la expresión de la desesperación. Aquel viejo sentimiento permanecía escondido.
- ¡Adiós, Remigio! ¡Adiós, Remigio! – se escuchaba el clamor de la tierra, ¿y el del alma?.
Una mirada sin sentido, perdida en el tiempo, poco a poco se dejó arrastrar por la corriente. Una corriente que no discriminaba, que se llevaba a todos por igual, ¡esto es igualdad! – pensaba. Algunos encabezaban la comitiva; la gran mayoría prefería permanecer a la expectativa, un acto de camuflaje, observando más que participando, con un manantial de sentimientos contenidos, con una sonrisa que denotaba tranquilidad cuando había desesperación en ellos. El doctor Mendoza, uno de los mejores fisicoquímicos del país, y su esposa Margarita, una estudiante de bioquímica, se olvidaron de su estatus y del honor conseguido con trabajo, sus gemidos eran como el lloro de muchas almas que no descansan. “Se fue uno de los nuestros” – le decía constantemente a su esposa.
Poco a poco se fue encontrando cada vez más solo. Aquellos que en algún tiempo fueron sus amigos, ahora le daban la espalda, lo aislaban, lo exiliaron en su universo. Ante el mundo era un maestro, un talentoso, un sabio, pero ante su espejo no era más que un ermitaño, un errante que no encuentra el camino, un científico que ha perdido su fórmula.
Siempre quiso ser alguien importante. La ciencia lo llamaba desde el fondo de un abismo sin límites, había nacido con la dote, había nacido un genio.
La caravana pasa por afuera de uno de esos tantos pueblos fantasmas. Los pocos sobrevivientes, extienden su pañuelo blanco en un único grito, un grito que hizo temblar las cimientes del camino.
Mientras sus amigos participaban en las típicas pichangas de barrio, con aquellos arcos improvisados, con esa pelota de trapo, con la entrega de una final del campeonato mundial, su mente, cuerpo y alma se enfocaba en comprender a Einstein. Matemática fue como tomarse un vaso de agua. Se convirtió en un prodigio. Dejó de ser aquel niño aislado, esa criatura que era objeto de burla por parte de sus compañeros. Lo que carecía en palabras, desplante y personalidad, lo recompensó con la perfección, la genialidad y la erudición.
- “¡No fue mi culpa!” – pensaba el doctor Mendoza, deteniéndose a escuchar el clamor de la gente que acompañaba a su amigo en este último camino. – “¡él se lo buscó!”.
El atardecer comenzó a dar una nueva vista al paisaje físico y espiritual. Todavía quedaban muchas horas para llegar a destino. A medida que se acercaban, nuevas voces salían para despedir a este hombre.
- ¿Te das cuenta de lo que me estás diciendo? – dijo el doctor Mendoza
- ¡Por supuesto! – contestó.
- Si el mundo se entera de esto... ¡no quiero ni imaginar lo que pasaría!
Su mirada se pierde en la lluvia que cae afuera, en aquellos que corren en busca de un abrigo, ¡viene un temporal! – se decía.
- ¿Porqué me tengo que callar? – lo encaró, sorprendido por la reacción de su amigo Mendoza.
- ¡Porque este descubrimiento lo cambiaría todo! – le gritó.
- ¡Silencio! Es mejor que hablemos en mi casa.
Mendoza no sabía que decir. Se encontraba completamente atolondrado por la sorpresiva declaración que le dio su amigo. Se sentía engañado, la envidia se apoderaba cada vez mas de sus actos. Era imposible concebir que aquella remota posibilidad de alcance haya sido exitosa. Esa idea descabellada de la cual participó con energía en sus inicios, y que abandonó ante el desengaño de los resultados, era ahora una realidad.
- ¡Si lo que dices es cierto! – expresó. - ¡no lo creo!
La caravana se encontró con otro pueblo fantasma. Como si fuera una reiteración, la gente alzaba sus pañuelos en un solo grito. Lo único diferente era el clima. Se fue el sol para dar lugar a la inminente lluvia, así como la calma del comienzo daba lugar ahora a los recuerdos que traían demasiadas preguntas.
- ¿Crees que soy un mentiroso? – dijo.
Intentaba encontrar alguna debilidad en su postura, algo que evidenciara su mentira. Pero lo único que encontró en ese hombre, era la placidez que se alcanza al culminar un sueño. Ningún atisbo de duda, ningún detalle que le diera esperanza a su incredulidad, ninguna señal que permitiera salvar a ese hombre.
- ¿Qué es lo que vas a hacer? – trató de calmarse. Si era verdad lo que escuchaba deseaba saber cuales eran sus próximos movimientos.
- Pues mostrarle al mundo la verdad – dijo.
- ¡Claro!. seguramente...
- ¡Tengo pensado realizar en público mi descubrimiento!.
La sangre hervía en sus venas. ¡Ese secreto no puede salir a la luz! – pensaba. Dejar que eso ocurra sería un suicidio... Con razón el gobierno sospechaba.
- En ese caso... permíteme ayudarte. – necesitaba ganarse su confianza, más que mal ellos habían sido grandes amigos, aunque también fueron enemigos en otro tiempo. ¿Porqué mierda abandonaste el proyecto? – se retaba, demasiado nervioso, para disimular su creciente ansiedad.
- ¡No te preocupes! – le dijo. ¡Este trabajo es de los dos!.
Habían dejado hace unas horas el último pueblo fantasma. Ahora solo existía desierto, un desierto que traía recuerdos, un desierto que clamaba por agua, por la vida que se lleva en esa hilera.
- ¡Él compartió su descubrimiento! – era la lluvia que empezaba a descender como una novia atrasada que llega corriendo a decir “acepto”. - ¿ y tú?... ¿qué hiciste por él?.
Necesitaba con urgencia una salida, alguna puerta de escape que lo sacara de esa situación.
Ante sus ojos tenía a un hombre que era un prodigio, un creador, un amigo, un muerto...
- ¡No!, Es tú trabajo. – se sentía muy mal. - ¡solo déjame ser tu ayudante!
- ¿Mi ayudante? – le dijo. - ¿acaso no fuiste tú el que me ayudó cuando comencé a soñar despierto?, ¿Acaso no fuiste tú el que me acogió en su hogar, con tu familia cuando me encontraba solo?, ¿No fuiste tú el que me hablaste de que éramos una moneda? Tú eras cara y yo sello... ¿qué crees?, ¿Se me fueron los humos a la cabeza?, ¿Voy a abandonar a mi amigo?... pues no señor, no soy un mal agradecido. Este proyecto sin ti no hubiera resultado. Este proyecto es nuestro Mendoza, ¡nuestro!.
Por primera vez vio al hombre y no al genio. Estaba dispuesto a compartir su descubrimiento con la persona que lo abandonó, que le dijo que era un demente. Su corazón clamaba por misericordia, pero la orden era inflexible. Debía morir.
Se sintió el ser más miserable de la tierra, las lágrimas caían a raudales por sus mejillas.
- ¿Porqué lloras?
Las fuerzas comenzaron a dejar su cuerpo. En cualquier momento se desvanecería como el hielo en el sol desértico. Llegó hasta dudar si era realmente un daño a la humanidad dar a la luz este conocimiento. Una excusa para no matarlo, ¡una excusa!.
- ¿Tú sabes que después de esto nada será igual? – aún lloraba aunque cada vez mas resignado. - ¿eres consciente de que puedes causar un gran daño?.
La lluvia caía como látigos de Jesucristo ante Pilatos... “¡Me lavo las manos!”. La comitiva continuaba su marcha rumbo a “Canaán”, la tierra prometida, rumbo a su descanso.
- Por favor, Mendoza – expresó. - ¿por qué no cumples de una vez con tu trabajo?... ¡mírame, amigo! – una mano en su hombro. - ¡es mejor que termines de una vez lo que quieres hacer!. Sólo quiero que sepas que tarde o temprano se sabrá la verdad y nadie podrá detenerla.
La lluvia calmó su actuar para escuchar ese diálogo del alma.
- ¿Lo sabes? – exclamó Mendoza, como si hubiera sido descubierto su mayor pecado, con la sensación de inocencia al verse descubierto.
- ¡Sólo tuve que ver tus ojos! - comentó, no sabes mentir, nunca has podido controlar esos sentimientos que te atormentan.
- ¡Por favor!... ¿Por qué no dejas las cosas como están?, ¿Porqué no huyes?
Lo miraba tranquilamente, a pesar de tener la posibilidad de suplicar por su vida, de recurrir a esos sentimientos nobles de amistad, se mantenía firme en su propósito.
- ¿Huir? - preguntó, ¿acaso Aristóteles, Newton, Einstein, Galileo o cualquier otro huyeron?, ¿No te das cuenta?... eso que ves como un futuro caos mundial puede ser la salvación.
- ¡No! - dijo Mendoza -. ¡Nunca ha existido luz en la oscuridad!.
La mirada fija en sus ojos, una leve sonrisa que significaba “no te preocupes”, “es tu deber”; si había que terminar algo debía ser ahora.
“Esto viene de Oriente y es muy efectivo” - recordaba las palabras que escuchó en una de aquellas reuniones en secreto.
- ¿Conque es cicuta con lo que me matas? – le dijo. - ¡siempre supe que no tenías fuerzas para terminar un trabajo por tu propia cuenta!






























EL SALTO AL INFINITO.
























... y de cierto os digo,
que el que no fuere como un niño
no entrará en el reino de los cielos...
para lucas y guardián.












Soy hombre, y quiero ser padre. Como si fuera rutina me acerco al umbral de esa casa, esa casa misteriosa de la que te hablé y me sumerjo en mis pensamientos imitando a un filósofo, la mente en blanco y dispuesta, otra vez a concluir lo de siempre: quiero ser padre. Es en esta condición en la que me encuentro; de manera que sepas que soy maduro y que solo anhelo ver correr por las praderas a mi hijo sin saber de tiempo, o de eso que llaman “vivir”... ¿estaré muy perdido?, Créeme que lo he analizado bastante tiempo, desde que perdí eso que llaman “inocencia” y como te puedes dar cuenta aún maldigo ese día. El día que me prometiste libertad, que me juraste que nada cambiaría. Eso que tú llamas amor, no es más que orgía. Tú que me mostraste “el verdadero camino”. Te has ido con la llegada de la primavera... saliste de esta puerta para no volver, ¿de qué huías?, Fuiste muy valiente para declararte y muy cobarde para arrancar del problema.
Prometiste estar conmigo para siempre, hasta el sol y las estrellas utilizaste en tu retórica. Pero no te culpo, la culpa es mía. Yo fui el idiota en creer que una mujer, iba a recompensar lo que había perdido: mi infancia. Desde ese día, en que ni siquiera te despediste (¿pensabas que te iba a retener?), Dejé en el olvido tu nombre. Usted no merece que le recuerde. Incluso los muertos merecen que se les recuerden. Pero usted no.
La lluvia cae por mi rostro. Por si no lo sabe estamos en julio. A pasado seis meses de su huída... ¿porqué no ha escrito?... Como no sé nada de usted, no me culpe si de su cara no me acuerdo. Lo que recuerdo son sus palabras. Es que me las aprendí de memoria, como si fuera a dar una tesis; que lástima fue darme cuenta de que sus palabras se fueron con el viento; Que lo único que dejó fue el recuerdo. El recuerdo que llevo en mi tétrico y marchitado espíritu.
Ayer vi a su madre y no me gustó para nada como se veía, usted sabe que está enferma, que la artritis le gana la pelea, pero ni aún así se aparece, ¿es que también es una mala hija?. Ni siquiera con sus amigas se ha presentado, y eso si que es raro, ya que usted no se perdía ningún carrete el fin de semana. ¿Hasta cuando va a seguir escapando?.
Perdóneme si vengo todos los días a la puerta de su casa. No es por mi voluntad que lo hago sino es por la de nuestro hijo. ¡No se desmaye!... ¡lo sé todo!, Usted nunca quiso tener un niñito: ¡como me gustaría dejar un fruto de este amor que sentimos - le decía, y ya ve usted, como sí dejé un fruto y no me diga que ha sido intencionadamente porque ahí si que no respondo. Me imagino que sería un buen padre. La mala de esta historia sería usted, que no tiene instinto materno, que prefiere vivir la vida en vez de este tormento. ¡Sí!, Un tormento, y perdone que se lo diga, créame que ha sido de lo arrebatado que soy. Usted sabe que siempre he querido ser padre y usted nunca me ha escuchado.
Llueve como si no hubiera agua en la tierra; ¿será el fin del mundo?. ¿Se acuerda de la lluvia?. Es que pienso que usted está en otro mundo; en un mundo en donde no existe el sentido del tiempo, donde ha perdido la memoria, donde no existe un puente con el que yo vivo. Muchos dicen que está muerta; que hasta en los periódicos ha salido... pero, creer en eso es como creer nuevamente en sus palabras, sería tropezar otra vez con la misma piedra, y yo ya aprendí la lección. Usted no puede morir, no hasta que me entregue a mi hijo. Si hay alguien que debiera morir ese sería yo, porque no deseo otra cosa que ver a mi niño, porque anhelo ser padre antes que marido; yo jamás apreciaría la vida sin mi hijo y usted lo sabe; en cambio usted, viviría con la sonrisa de lado a lado; ese nieto ayudaría a su mamita. Así que mejor se apura, (¿espera acaso que la vaya a buscar?), No se haga de rogar y aparezca que acá nadie le tiene sentimientos encontrados. Todos le queremos – aunque no lo crea. – usted es símbolo en el pueblo. Aquí todos hablan de usted y lloran porque le tienen afecto.
Como se habrá dado cuenta esta carta jamás llegará a sus manos. Lo malo es que siempre creí en sus palabras, como también creí lo que decía el diario. Pero no se preocupe, la lluvia me ha mostrado el camino. Usted quiere disfrutar de la vida y yo quiero a mi hijo. La solución la he encontrado en uno de los tantos viajes de rutina a la puerta de su casa: ¡un salto!. Si usted ya no vuelve con mi hijo, entonces yo voy en su búsqueda... ¡por fin encontré el puente!, Sólo debo saltar al infinito. Lo único que espero es que mi hijo me esté esperando, que no sea mal agradecido.


















































ALERTA.























cuando me encuentro sólo me siento acompañado, libre...
cuando estoy entre la gente me siento preso, esclavo...
¿Alguna esperanza?...
a los libres que viven en esclavitud.












¿Cuántas veces no hemos sentido esa extraña sensación de estar solos, aislados, que nadie nos comprende, o que simplemente somos unos locos cuerdos?.
En Chile, existen cuatro establecimientos que albergan los sueños de estas personas que nunca despertaron a la realidad, que han preferido ocultarse o encerrarse en su propio mundo, en ese maravilloso mundo interno que posee cada uno de nosotros, la realidad de la vida es cambiada por la fantasía de los sueños, el sufrimiento y el constante acaso de la vida por la prodigiosa locura, son los llamados y tan estereotipados hospitales psiquiátricos.
La acción de la sociedad tiene una línea clara: hacer todo lo posible para que los pacientes hospitalizados con discapacidad de causa psíquica vuelvan con sus familias o vivan en un hogar protegido. Así también, pretende centrar sus esfuerzos en entregarles oportunidades laborales y en darles la posibilidad de un tratamiento oportuno.
En 1990 había tres mil pacientes hospitalizados en hospitales psiquiátricos en Chile, hoy sólo quedan mil. El esfuerzo para sacarlos de ahí tiene como fin evitar un fenómeno conocido como institucionalización. Los hospitales estructuran completamente la vida de los pacientes internados. Su rutina está normada desde que se despiertan hasta que se duermen, ellos no eligen nada y todo está dado. En ese entorno, las personas pierden habilidades e intereses, se desvinculan de sus familias y su identidad se va diluyendo.El 75 por ciento de los pacientes que han dejado los hospitales han vuelto a vivir con sus familias. Los que no tienen quienes los reciban o sus familiares no tienen las condiciones para hacerlo, han ido a Hogares Protegidos, donde hoy residen 600 personas.Los hogares protegidos son casas donde viven grupos de personas con discapacidad de causa psíquica que fueron dados de alta de los hospitales.
Ahí están al cuidado de monitoras que velan por que se tomen a tiempo sus remedios, cumplan con sus visitas al médico y, sobre todo, tengan una vida de familia.
Sin embargo, la reinserción al mundo del cual se han alejado es por no decir cruel y hasta grotesca. Los pacientes son victimas del prejuicio elaborado por la supuesta gente cuerda, es decir, todos aquellos que no están en un hospital psiquiátrico, que tienen el derecho y noten que dejo entrever la palabra derecho como si fuera una cualidad de este ser racional, de este supuesto hombre creativo que construye edificios que después destruye, que gasta dinero en armamentos para enfrentar una supuesta guerra de la que nadie es vencedor, mientras el pueblo continúa en crisis, siguen habiendo problemas de cesantía, de delincuencia para que hablar de salud y educación, pero sin embargo somos capaces de menospreciar y hasta ridiculizar a aquellos que quieren una oportunidad, ante esto no cabe menos que preguntar ¿quienes son los que están realmente locos?.
No puedo dejar de mencionar que aún existe gente cuerda, personas que ven el problema y no huyen de él, que ayudan al que lo necesita y no lo menosprecia como la mayoría de los trogloditas, incultos e ignorantes humanos.
Por ejemplo, en un proyecto del hospital psiquiátrico de Putaendo enfermos psiquiátricos normalizaron parte de sus estudios básicos y de enseñanza media.
Nunca es tarde para entregar ayuda a la gente que lo necesita y en el caso puntual de estos pacientes, ellos necesitan todo lo que esté al alcance para lograr su rehabilitación.
Hago eco de las palabras de la escritora chilena Diamela Eltit quien señala que los locos enamorados del hospital psiquiátrico de Putaendo son una gran metáfora del destino humano: en su miseria, su anonimato, su estado de despojo, deformidad y extravío, siguen siendo sujetos animados por la falta, la ausencia, y por lo mismo protagonistas del deseo, en un marco ruinoso que hace de la falta una fatalidad y del deseo una epopeya: la epopeya humana.
Creo a título personal que es necesario pedir por favor, y las veces que sea necesario, a pesar que estoy seguro que cada uno sabe lo que tiene que hacer pero no lo hace, pedirles por favor que no miremos el futuro sin detenernos en el presente.
Ellos tal vez no tengan un futuro alentador, quizás ni siquiera sean conscientes del presente, pero son seres humanos, como tú que lees o escuchas o como yo que me atrevo a escribir.
¡Por favor!, no denigremos más este mundo ya colapsado. Una simple actitud es capaz de mover montañas, no esas geográficas sino aquellas ideológicas, que se nutre de nuestros prejuicios y estereotipos.
¡Por favor!, permitámosles la integración que anhelan ya que la vida es como una rueda que gira y gira como señalan Los Enanitos Verdes y no vaya a suceder que un día veamos nosotros el reverso de esta moneda de la cual sólo conocemos su anverso.
¡Está lloviendo!, ¿Será algún presagio de muerte?. Lo concreto es que el ala rota de la vida sigue goteando como esta lluvia que riega mi alma.

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